Desestimado el recurso de Tussam contra el sobreseimiento del caso de los ocho trabajadores expedientados por los incidentes de la huelga de 2007

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Afirman los juristas que la única verdad que existe es la verdad jurídica, es decir, aquella que está recogida en una sentencia judicial. Pero hay otra, universalmente aceptada y que no está escrita en ningún sitio, que dice que no existe placer comparable para un ofendido que el ver con sus propios ojos cómo el ofensor se tiene que meter por el culo sus propias palabras. Y la verdad es que tiene que reconfortar bastante.

Eso mismo es lo que les acaba de ocurrir a mis ocho compañeros de Tussam acusados de los destrozos provocados en los autobuses durante la huelga de 2007. Y digo ocho a conciencia y con el dolor arrinconado en una esquina de mi corazón, porque a José Luis, lamentablemente, ya no le sirve de nada, para mayor gloria del ínclito Carlos Arizaga, gerente de la empresa, y de Guillermo Gutiérrez, Vicepresidente de la misma y personaje polémico que se vio implicado en el escándalo Juan Guerra.

La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Sevilla ha desestimado el recurso interpuesto por la empresa contra el sobreseimiento del caso y el archivo de las actuaciones en una resolución contra la que no cabe recurso alguno. Aquí ya no hay vuelta atrás.

Hoy, por fin, ha aterrizado la alegría en los hogares de siete familias humildes y trabajadoras, que llevan padeciendo un calvario desde hace casi dos años, aunque me queda la tristeza profunda de que José Luis no esté aquí para celebrarlo y de que para su familia el calvario y la tristeza apenas han comenzado. Es pensando en ellos y sólo en ellos por lo que escribo este artículo. Porque todavía hay muchas cosas que aclarar sobre aquella tragedia y yo no olvido, como tampoco lo hace Internet. Ojalá algún día la justicia ponga las cosas en su sitio.

Han sido casi dos años de una presión mediática y laboral inaguantables, con declaraciones acusándolos casi de terroristas, utilizando palabros tristemente puestos de moda por esa boquita que tiene el insufrible señor Gutiérrez –rompelunas, kaleborroca- lanzados a sangre fría desde los titulares de los medios afines. Una presión que se trasladaba al puesto de trabajo, señalándolos y criminalizándolos ante el resto de compañeros, intentando fermentar el rechazo de la plantilla y acusándolos de ser los culpables de todos los males de la misma.

Palabras y frases, amenazas veladas y coacciones disfrazadas, lanzadas a mala leche y sin ponderar el daño que pudieran causar en las personas a las que iban dirigidas, en los más débiles, como desgraciadamente ocurrió con José Luis. Las mismas palabras que ahora ambos se tendrán que tragar por el culo para que les lleguen a la garganta y dejen allí arraigado su rancio regusto amargo. Hoy mis compañeros son felices y yo también lo soy por ellos.

Durante todo ese tiempo no se ha hablado de lo que de verdad es el cáncer de Tussam. Era una manera de mantener una cortina de humo permanente sobre la actualidad de la empresa que evitara que ojos ajenos se fijaran en los verdaderos problemas que nos acucian. La ruina económica, la constante pérdida de viajeros, los usuarios permanente cabreados, rasgos todos inequívocos de una gestión que se caracteriza por la inopia y la falta de imaginación, más propia de república bananera que de una empresa seria y con el peso específico de Tussam.

Y todo ello en la época en la que se la ha dotado de los mayores recursos económicos y técnicos de su historia, cuando más carriles bus existen en la ciudad, con una flota moderna y dotada de última tecnología y con unas instalaciones entre las más avanzadas del país.

Es triste que ante una situación así la única excusa esgrimida permanentemente sea la de que los únicos culpables son los trabajadores. Demuestra, cuando menos, una falta de imaginación y de capacidad a la hora de regir una gran empresa como esta y pone en evidencia el talante de Arizaga y el del hombre que soñó con ser juez, su escasa talla como directivos y, lo que es peor, como seres humanos.

Ahora parece que corren tiempos de esperanza en Tussam, a pesar de las dificultades que plantea la crisis en la que nos vemos envueltos, y al menos se está hablando, intentando reconducir las cosas de alguna manera aunque resulte difícil.

Pero, no nos engañemos, estando de por medio la inefable pareja nada está asegurado y todo corre peligro. Yo no acabo de fiarme, porque los conozco bien y los he sufrido en mis carnes. No consiguieron vencerme ni callarme, pero sé desde el primer momento que están dispuestos a todo y que no les importa a quién se llevan por delante. Son de esa manera y no tienen arreglo posible.

Espero que entre el Ayuntamiento, con el Alcalde a la cabeza, y la plantilla cojamos al toro por los cuernos para que demos un ejemplo de responsabilidad al pueblo de Sevilla para devolver a Transportes Urbanos de Sevilla al lugar que por historia, compromiso y profesionalidad le corresponde. En esas estamos.

Y tú, José Luis, que sepas donde quiera que estés que eres inocente, compañero. Inocente del todo.