La recaída de Hugo Chávez en su grave enfermedad ha
provocado que los grandes conglomerados de medios de comunicación, portavoces
infalibles la mayoría de las veces del sistema que nos gobierna, vuelvan a la
carga contra el régimen venezolano, a pesar de que su longevidad en el poder ha
sido reiterada y legítimamente conseguida a través del escrutinio de las urnas.
Algunos contertulios sabelotodo se permiten incluso el lujo
de acuñar términos como el de “postchavismo” para referirse a la época próxima
a la que, a su juicio, está abocada de manera irreversible la sociedad
venezolana,
Esta manera de personalizar en una sola persona, aunque se
trate de la figura más visible del país, el conjunto de la política que se ha
llevado a cabo en Venezuela durante los últimos trece años, amén de denigrante,
no es nada nueva.
En realidad es un movimiento orquestado contra un elemento
extraño a la estructura del sistema de poder —y por ende también a la
mediática— que altera el conjunto y ha de ser aislado, ya que no puede ser
absorbido por él, cuando no expulsado o utilizado por la propia estructura para
autolegitimarse.
Sería absurdo pensar que Chávez es Venezuela, que una sola
persona es la única y última responsable de las transformaciones que ha sufrido
dicho país durante más de una década. Por muy presidente que sea, tras él hay
toda una sociedad en su conjunto.
Sin embargo, para la estructura mediática imperante todo es
válido con tal de exagerar y deformar su figura de cara a presentarlo como un
personaje autoritario, trasnochado y ridículo, demagogo y enemigo del orden y
de la democracia. Es lo que en el argot periodístico se conoce como “el
herético”.
Decía Herbert Schiller que los medios de comunicación actúan
como “los brazos ejecutores del sistema”, porque eso es preferible a “practicar
algo vagamente a la responsabilidad social”, so pena de que se corra el riesgo
de provocar “cólera” seguida de la consiguiente “represalia inmediata en los
centros neurálgicos del poder”. Así se consigue que los controladores “no
tengan de qué preocuparse”.
La omisión u ocultación interesada de una parte de la
información es una de las prácticas más utilizadas para obtener los resultado
deseados de cara a la opinión pública. Así, el retrato que se presenta del
personaje siempre es el más acorde a los intereses del sistema. Con Venezuela,
y en particular con su presidente se viene haciendo de forma sistemática desde
que alcanzó el poder.
Sin embargo, han llegado a mis manos sendos informes sobre
dicho país elaborados por el Center for Economic
and Policy Research (CEPR), con sede en Washington D.C., sobre la evolución
de la economía durante la era chavista cuyos datos y revelaciones rara vez se
pueden encontrar en las informaciones que
los conglomerados mediáticos difunden.
El primero de ellos, fechado en febrero de 2009, se titula “El
gobierno de Chávez después de 10 años. Evolución de la economía e indicadores
sociales” y ha sido elaborado por Mark Weisbrot, Rebecca Ray y Luis
Sandoval. Se trata de una evaluación de los indicadores económicos y sociales
durante la primera década de gobiernos de Hugo Chávez y sus conclusiones no
pueden ser más reveladoras.
Por ejemplo que desde que Chávez nacionaliza la industria
petrolera en el primer trimestre de 2003, el PIB real (corregido por la
inflación) ha crecido un 94,7% hasta 2008, a un ritmo anual del 13,5%.
Curiosamente la mayor parte de dicho crecimiento se ha dado en el sector no
petrolero de la economía y, además, el sector privado ha crecido a mayor ritmo
que el público.
O que la tasa de pobreza se ha reducido a más de la mitad a
finales de 2008 y la de pobreza extrema en un 72% en el mismo período. Por su
parte, el porcentaje de hogares en condiciones de pobreza ha disminuido en un
39% y el de extrema pobreza en más del 50%.
Otro tanto ocurre con la desigualdad, ponderada mediante el
índice Gini, que ha descendido hasta el 41%, cuando en 2003 estaba situada en
el 48,1%. Además, el gasto social real se ha triplicado, la mortalidad infantil
ha caído más de un tercio y el número de médicos en el sector público se ha
multiplicado por 12, cubriendo las necesidades de atención de millones de
venezolanos que antes no tenían acceso a estos servicios.
En educación ocurre otro tanto de lo mismo. Se han
incrementado en más del doble los índices de escolarización, especialmente en
la educación superior. Y además, el desempleo ha descendido al 7,8% desde el
11,3 en el que estaba. El número de beneficiarios de la seguridad social se ha
duplicado. Y la deuda pública total del gobierno ha pasado del 30,7% del PIB al
14,3% y la deuda externa del país del 25,6 al 9,8% del PIB. Para completar el
cuadro macroeconómico, la inflación se encuentra en un nivel similar al de hace
10 años (31,4%) y las predicciones son de que la tendencia será al descenso.
El segundo informe, fechado en septiembre de 2012, se titula
“¿Es
sostenible la recuperación económica de Venezuela?” y ha sido elaborado por
Mark Weisbrot y Jake Johnston. En él se pone de relieve la reiterada
ineficiencia de los pronósticos del FMI sobre el crecimiento económico de
Venezuela, que erraron en 10,6, 6,8 y 5,8 puntos porcentuales en el período
comprendido entre 2004 y 2006.
Explica que, durante los primeros cuatro años de Chávez,
cuando su gobierno aún no controlaba la empresa nacional de petróleos (PDVSA)
hubo un alto grado de inestabilidad económica. Esto culmina con el golpe
militar de abril de 2002, seguido de la huelga petrolera (diciembre de 2002 – febrero
de 2003) que paralizó la economía y causó una recesión extremadamente severa
que supuso una pérdida del 29% del PIB.
A raíz de la nacionalización a principios de 2003, la
recuperación fue bastante rápida y la economía creció a un ritmo récord durante
los cinco años posteriores, lo que supuso duplicar el PIB en el cuarto
trimestre de 2008. En esas fechas los precios del petróleo se colapsaron y
Venezuela entra en recesión en los comienzos de 2009, iniciando de nuevo su
recuperación a mediados de 2010. Ya en 2011, la economía registra un
crecimiento del 4,2% y en el primer semestre de 2012 de un 5,6.
Este informe es demasiado extenso como para resumirlo aquí,
puesto que analiza uno por uno los factores claves de la economía venezolana.
Pero lo que viene a concluir es que el crecimiento que se mantiene en la
actualidad no solo es sostenible, sino que podría ser incluso mayor por muchos
años más. Y, la verdad, yo no he visto nada de esto reflejado en los medios.
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