“Al igual que los países del norte de Europa
siguen estando a años luz de España en cuanto a su capacidad de combinar
competitividad y justicia social, nuestro sistema político es incapaz tanto de
emular los estándares de transparencia que allí se dan por hecho como de
asegurar un reparto equitativo de las cargas y las responsabilidades derivadas
de esta crisis. Pese a la profundidad y extensión de la crisis de nuestra
democracia, su reforma no está en la agenda. ¿A qué se debe esta ausencia?
Muchos de los problemas que padecemos hoy en día, desde los malos resultados de
la descentralización territorial, la defectuosa regulación de sectores enteros
de nuestra economía y, en definitiva, la falta de transparencia y control
generalizada de todo lo público tienen una vertiente común: se originan en la
conversión del Estado de derecho en un Estado de partidos, es decir, en el paso
de un sistema en el que las leyes y los ciudadanos son los protagonistas de la
política democrática en un marco de separación de poderes a un sistema en el
que los actores principales son los partidos, la alternancia entre ellos el
único objetivo de la contienda política y la fusión y confusión bajo sus
directrices de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial la norma de
funcionamiento en el día a día.”
“Un
rescate para la democracia”, por José Ignacio Torreblanca.
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