Abdul Hamin Akal, ciudadano libanés de 52 años y con un
largo historial de enfermedad mental será ejecutado en el estado de Ohio, Estados
Unidos, el próximo día 6 de junio por un doble asesinato cometido en 1992. La
Junta de la Libertad Condicional ya ha recomendado al gobernador que deniegue
el indulto, aunque no está obligado a acatar tal decisión.
Abdul llegó a Estados Unidos desde Líbano en 1984 a la edad
de 24 años. En 1992 fue condenado a muerte por el asesinato de su esposa,
Latife Awkal, y de su hermano, Mahmoud Abdul Aziz. Ambos murieron por disparos
en el Departamento de Servicios de Conciliación Familiar de un Tribunal de
Relaciones Domésticas de Cleveland, Ohio, el 7 de enero de dicho año. Abdul fue
detenido en el mismo juzgado tras los disparos.
Mientras estuvo en prisión preventiva, le prescribieron
medicación antipsicótica y antidepresiva. El juez de primera instancia concluyó
que la gravedad de su depresión lo convertía en incapaz de ayudar a su defensa
y que, por tanto, no estaba capacitado para ser juzgado.
Permaneció recluido en un centro psiquiátrico, donde le
aumentaron la medicación antipsicótica hasta que fue declarado apto para ser
sometido a juicio. Durante el mismo, celebrado a finales de ese año, sus
abogados dijeron al juez que su salud mental se había deteriorado, pero el juez
rechazó su sugerencia de celebrar una nueva vista para determinar la capacidad
del acusado.
Abdul fue condenado finalmente a muerte. Desde entonces, uno
de los miembros del jurado ha afirmado en una declaración que habría votado a
favor de la cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional si hubiera
sido una opción en el momento del juicio.
El 10 de mayo pasado se celebró una vista ante la Junta de
Libertad Condicional de Ohio y sus abogados presentaron testimonios de sus
traumáticas experiencias en la guerra civil de Líbano, cuando tenía 16 años, y
de su largo historial de enfermedad mental, que incluía graves trastornos
depresivos y delirantes. El doctor Phillip Resnick, psiquiatra, dijo que en
2005, 2007 y 2012 había diagnosticado a Abdul un trastorno esquizoafectivo, una
grave enfermedad que combina psicosis y cambios de temperamento y describió sus
“delirios de grandeza y persecutorios”.
En una carta al gobernador John Kasich, uno de los abogados
de Abdul escribió: “Abdul Awkal vive en un mundo de delirios” en el que cree
que ha “dirigido las guerras de Irak y Afganistán”, que “asesora a altos cargos
gubernamentales por correo” y recibe como respuesta mensajes codificados, y que
“la CIA lo quiere muerto” porque “ha dejado de ayudarles”.
La Junta de Libertad Condicional reconoció que “Awkal sufre
un trastorno esquizoafectivo de tipo depresivo”, pero decidió, por ocho votos
contra uno, que los factores agravantes del caso superaban a las circunstancias
atenuantes. La integrante de la Junta que votó a favor del indulto concluyó que
el estado mental de Absul durante el juicio “era tenue, en el mejor de los
casos”, que su enfermedad pudo haber afectado a su decisión de rechazar la
oferta de la fiscalía de ser condenado a cadena perpetua a cambio de que se
declarara culpable, y que su delito había sido provocado “por una rabia exacerbada
por su enfermedad mental a una situación en la que las armas y la muerte eran
algo cotidiano”. También destacó la mala calidad de la asistencia letrada
durante el juicio.
En 2009, una sala de tres jueces de la
Corte de Apelaciones del Sexto Circuito, corte federal, concluyó que Abdul
Awkal debía ser juzgado de nuevo a causa de la inefectiva asistencia letrada
con la que había contado en el juicio original, en el que se había declarado
inocente por motivos de enajenación mental. Su abogado había tratado de
presentar el testimonio de tres expertos para apoyar esta defensa.
El juez concluyó que el primer testigo
no era un psicólogo titulado, y por tanto excluyó su testimonio. El segundo
testigo, un psiquiatra forense designado por el tribunal, declaró que creía que
Abdul Awkal estaba en posesión de sus facultades mentales en el momento de los
asesinatos. El tercero llevaba más o menos un año practicando la psiquiatría,
pero aún no estaba diplomado.
La Corte del Sexto Circuito concluyó que "está
claro que la selección de expertos realizada por el abogado de Abdul Awkal
durante la fase probatoria distaba de ser ideal", y que la decisión de
llamar a declarar al psiquiatra forense constituyó una actuación
constitucionalmente deficiente.La fiscalía apeló para que se celebrara una nueva vista ante el pleno de la Corte del Sexto Circuito. En 2010, el pleno de la Corte anuló la decisión de la sala. Cuatro de los 14 jueces discreparon: "Cualquier abogado remotamente competente sabe que una defensa por enajenación mental depende principalmente del testimonio de expertos sobre el estado mental del acusado. Sin embargo, la presentación, por parte del abogado de Abdul Awkal, del testimonio de expertos en salud mental durante la fase probatoria es como el comienzo de un chiste malo: ‘Tres expertos de la defensa entran en el tribunal. Uno ha obtenido su titulación en una universidad a distancia, no tiene autorización para ejercer la psicología y no puede testificar. El segundo goza de acreditación suficiente, pero declara contra el acusado. Y el tercero no está diplomado en psiquiatría’. O quizá la mejor analogía sea un episodio de [la comedia] Los tres chiflados. Pero, se describa como se describa, está claro que la actuación de la defensa no fue el tipo de asistencia requerida constitucionalmente en un caso de pena capital".
No hay comentarios:
Publicar un comentario