cabecera_tipográfica_trans

25 abril 2011

Tussam mejora en los medios (nunca mejor dicho)

Algún día, supongo, alguien vendrá a Tussam y tirará de calculadora. Digo esto porque si alguien piensa de verdad sanear esta empresa, lo primero que tendrá que hacer, según mandata el sentido común, es saber la situación real en que se encuentran sus números y localizar los agujeros por los que se ha despeñado el dinero, para intentar sellarlos cuanto antes y, de paso, exigir las responsabilidades que vinieran al caso. Ese día puede que algunos no ganen para el susto.

Tal vez entonces sepamos con exactitud cuánto nos cuestan a los sevillanos los ímprobos esfuerzos de sus responsables, políticos y de gestión, en lavar públicamente la imagen de una empresa que se les cae a pedazos precisamente por las barbaridades que están cometiendo en la manera de gestionarla.

Ya se sabe que nada es más satisfactorio que tener un periodista siempre mano, y que curiosamente es el mismo invariablemente, por aquello de dar eco al mensaje que se le envía desde la dirección de la empresa. Y, claro, nunca se tiene tiempo suficiente en una redacción para cuestionar el mensaje, para contrastar los datos o siquiera para pedir la opinión a una fuente contraria que pueda aportar un punto de vista diferente. O tal vez lo que no se tiene son ganas, por aquello de que igual el resultado final no interesa. Siempre, por supuesto, sin tener en cuenta el interés de los ciudadanos. Faltaría más.

Pero haciendo un somero repaso a la gestión efectuada en Tussam desde que Monteseirín fue tocado por el aura del poder, es decir desde 1999, y basándonos en exclusiva en los datos que ellos mismos proporcionan, cuando tienen la bondad de hacerlo, el paraíso que pretenden vendernos resulta que no es tal.

Tan sólo en número de viajeros, la gestión del todavía Alcalde ha supuesto una pérdida de más de doce millones, lo que multiplicado por el coste medio del viaje de cada año supongo que será una pasta, por mucho que desde la dirección pretendan quitarle enjundia al asunto. Pero es que Arizaga, ese gerente tan amante de la libertad de expresión que dirige la empresa, se lleva la palma del meollo, porque durante su reinado desde 2004 hasta aquí ha dilapidado más de la mitad de dicha cantidad. En concreto la nada despreciable cifra de seis millones trescientos mil viajeros. Lo que se dice calderilla, vamos.

En el mismo período, y en cuanto a números globales, las pérdidas de la empresa han sufrido un incremento del orden del 256 %, mientras los gastos en personal sólo se han incrementado un 200%.

Como las ingentes inversiones en publicidad en los medios, que son más que necesarias para la buena marcha financiera de Tussam, que no olvidemos se explota en régimen de casi monopolio, sin las cuales la empresa no podría presentar los números de rentabilidad que luce y que le permiten estos pequeños dispendios en publicitar actividades que rara vez tienen que ver con el cometido de la empresa. Hay muchos más apuntes que certifican el dispendio innecesario en una empresa con un equilibrio financiero casi imposible, pero sería demasiado largo y aburrido detallarlos aquí.

Por eso es más que comprensible el hecho de que cada vez que lo necesita, Tussam encuentra el vocero adecuado en según qué medios, todos con un denomiandor común bastante fácil de deducir. Por lo que no resulta inverosímil la contundencia de las campañas para criminalizar la plantilla cada vez que se han intentado movilizaciones en defensa de sus derechos. Es lo que tiene la prensa libre.



4 comentarios:

un obrero español de verdad dijo...

solo hay una solucion despues de esta indignacion "meterle un autobus(que sea un gusano si pudiera ser)por el culo a este parasito de alcalde y que se valla bien servido.

Gregorio Verdugo dijo...

un obrero español de verdad: yo con que se vaya ya tengo bastante.

un obrero español dijo...

te tengo que dar la razon "QUE SE VALLA"pero no de rositas, ya que nos a tenido con las carnes abieratas, ke tambien el se lleve algo abierto.

Gregorio Verdugo dijo...

un obrero español: ese sería ya del todo reconfortante.