Eran alrededor de las 20:15 horas del siete de enero del recién estrenado año de 2010. Día de resaca de reyes, regalos, encuentros familiares que no se volverán a repetir hasta transcurrido otro año y el hálito en la memoria de las últimas copas que despedían las fulminadas navidades del año anterior. Un día señalado para la desaparición del rastro de una familia completa de la faz de la tierra.
Utoi, el muñeco de madera legado por el todavía fresco cuerpo presente de Soitu, su Gepeto de la prensa en Internet, doblegaba definitivamente la testuz. Su cuerpo de esencia de árbol articulado se inclinó hasta el suelo en una caída inevitable poco más de dos meses más tarde de que lo hiciera su defenestrado creador. Son las macabras bromas del destino, que rara vez se marcha uno solo y cuando quiere.
Había sobrevivido desde entonces mediante pequeños latidos impulsados por no se sabe qué suerte de mágico mecanismo, hasta que su corazón se paró sin vuelta atrás. A su padre biológico, Soitu.es, lo mató el virus de la falta de financiación. A Utoi se desconoce por ahora si fue un acceso de melancolía o un ataque súbito de soledad. Aunque han decidido llamarlo “error grave”, probablemente no ha podido resistir su condición de huérfano para siempre. La soledad siempre ha sido difícil de digerir.
Ahora la red cuenta ya con dos cadáveres exquisitos y a mí se me han perdido catorce seguidores.
Ahora sólo queda la esperanza para los afortunados que crean en la resurrección. Descanse en paz.
2 comentarios:
Pero los contribuyentes españoles "sabemos" invertir bien y hemos concedido 100.000 millones de euros a los bancos que especulaban...
Saludos.
Pues sí, Félix, es que es infinitamente más rentable invertir en especulación que en información. Hasta para eso somos más listos que nadie.
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