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10 julio 2008

¿Está en peligro la red?

¿Estamos ante una ofensiva contra Internet y contra la libertad en la red?

Las noticias difundidas estos últimos días así parecen indicarlo.

No es casual que en tan escaso margen de tiempo los atentados a las diferentes libertades que representa la red se multipliquen y protagonicen los titulares de los medios. Es una ofensiva en la que está en juego el control de la red y de todos aquellos que la hacemos posible. Bajo su apariencia de garantizar una serie de dudosos derechos se esconde el afán por combatir un tipo de cultura molesta, incontrolable, y por lo tanto desaconsejable. La sociedad del conocimiento colaborativo y el código abierto se ha convertido en una mosca cojonera para el poder establecido y hay que combatirla.

La red es la máxima expresión democrática, pero una democracia ejercida y defendida a capa y espada por sus autores. En la red la democracia se renueva cada día y no mediante congresos exhibicionistas, propagandísticos y teledirigidos cada cuatro años. Si existe un lugar donde habita la democracia directa y participativa, ese es la red. Y eso, a quienes ostentan el poder, sea del tipo que sea, les escuece demasiado como para permanecer impasibles. De ahí la intensidad de la ofensiva. De la red, a ellos lo único que les interesa es el negocio. Nada más.

De nosotros depende la resistencia, el no permitir que nos pisoteen y defender lo que tanto nos ha costado construir. Aquí, quien más y quien menos, todos hemos puesto ladrillos.

Recomiendo encarecidamente la lectura de un artículo de Enrique Dans, titulado “El ataque de los neo-luditas” del que extraigo aquí su demoledor párrafo inicial.

“Son muchos. Son muy poderosos. Quieren detenerlo todo, parar el progreso, que nada se mueva. Odian todo lo que amenace su forma tradicional de vida, lo que proponga nuevas maneras de hacer las cosas, lo que pueda suponer cambios en un status quo que tenían más que dominado, al igual que los señores feudales en plena Edad Media. Están dispuestos a cualquier cosa: a pasar por encima de libertades fundamentales, a violar derechos humanos como la libertad de expresión o la privacidad, esgrimiendo que se hace para defender el orden establecido, para evitar el caos, para protegernos de los terroristas, para proteger a los menores, cuando en realidad todos sabemos que únicamente se hace para proteger sus negocios, para poder perpetuarse en su forma de vida, en sus modelos de negocio caducos e insostenibles. Son seres abyectos para quienes el fin justifica claramente cualquier medio, sea lo que sea, aunque viole las más profundas raíces y convicciones democráticas que en su momento aceptamos como la menos mala de las maneras de vivir en sociedad”

Es una de esas lecturas que conviene tener siempre a mano.

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