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25 diciembre 2014

Podemos Sevilla y el difícil arte del equilibrio

Cómo compaginar participación y derecho a decidir. Ése es el dilema en el que se encuentra inmersa ahora mismo la organización política Podemos Sevilla y sobre el que las bases tendrán que decantarse en los próximos días. ¿Qué debe primar más a la hora de tomar las decisiones, la militancia activa o el voto individual de cada miembro del partido? 

La cuestión no es baladí. El propio Joaquín Urías, candidato por la lista Sevilla Sí Podemos, advertía el otro día en una columna en Andaluces.es de que el riesgo más inmediato es “convertirse en un partido como los demás. Con sus miserias y sus seguridades, pero sin la capacidad ilusionante que nos encantó”.

Según el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Sevilla, si Podemos se convierte en un partido al uso, “donde las decisiones se toman por unos pocos y se imponen a los demás, está acabado”. Y no le falta razón, el problema surge al abordar la mejor manera de evitarlo.

Si bien es cierto que, como él mismo defiende, es necesario encontrar “una forma basada en dejar el protagonismo y la iniciativa a las gentes, a los barrios, a eso que ahora llamamos la ciudadanía”. No es menos cierto tampoco que radicar en exclusiva el poder de decisión en los círculos alberga en sí mismo el mismo peligro que se pretende evitar a toda costa.

Lo explicó con bastante acierto Federico Noriega, integrante de la lista Claro Que Podemos Sevilla encabezada por Begoña Gutiérrez, en una columna publicada en sevilla report. En opinión de este veterano activista, las asambleas van degenerando con el tiempo en “grupos de asistencia cada vez más pequeños” cuyo efecto final, “fruto del cansancio, de los debates internos y orgánicos que dividen mucho a la gente o de la presión de grupos organizados más o menos en partidos o clubes políticos”, no es otro que hacer que “la gente termine retirándose y dejando todo el poder de decisión a dichos grupos políticos organizados”.

El centralizar todo el poder de decisión en los activistas con mayor grado de militancia a través de los círculos conlleva un alto riesgo de que en las asambleas de Podemos se acabe funcionando como en el mundo cerrado y vicioso de las agrupaciones de otros partidos políticos, donde el voto está férreamente controlado por la influencia directa de los miembros más significativos de cada una de ellas.

Los círculos tienen un papel fundamental en una organización política como Podemos, que ha echado sus raíces en el movimiento 15M y en los movimientos sociales. Pero si de lo que se trata es de empoderar a la ciudadanía, hay que facilitar que sea ésta la que asuma las decisiones importantes a través del voto y evitar que el peso de éste se pondere por el número de veces que se acude a la asamblea del barrio.

Es posible, y más necesario que nunca, encontrar una fórmula que permita la complementación de los dos ámbitos de decisión en aras a un modelo de funcionamiento orgánico vivo y activo que además pueda presumir de no dejar fuera la opinión de ninguno de sus militantes. De ese equilibrio dependerá en buena medida el que la ciudadanía perciba a Podemos como lo que pretende ser: una herramienta que en sus manos sea capaz de transformar la política para el beneficio general de toda la sociedad.

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