Lo de Zoido es pura mala suerte. Cada vez que monta un circo le crecen los enanos. Ahora le ha tocado con uno de sus proyectos estrella: el dragado de profundización del Guadalquivir. El que, según sus palabras, generará 40.000 empleos en la ciudad que sólo él y quienes le doran la píldora han sido capaces de ver.
Primero fueron las manifestaciones del ministro de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete. El responsable de la institución que ha de otorgar el visto bueno a la obra y compañero de formación del alcalde reconoció en público que en la actualidad el dragado no se pude acometer. Dicha desautorización pública levantó ampollas y desató las iras de la cúpula del partido a nivel regional, que por cierto está integrada casi en su totalidad por miembros del PP sevillano. Mientras, los gritos contrarios a su ejecución llegaban desde compañeros populares de otras provincias andaluzas.
Zoido, a quien el cargo de presidente regional le está jugando demasiadas malas pasadas, se vio obligado a salir a la palestra y ejercer de lo que realmente le gusta: de Alcalde de Sevilla. “El dragado no puede esperar más”, manifestó y culpó a
Hoy, ABC de Sevilla ha desvelado el contenido de un informe de
Pero hay dos circunstancias que hacen que la situación sea diferente a la de entonces. La primera es que Zoido nunca renegó de este proyecto, como sí hizo con el rascacielos de
Todavía resuenan los estertores del estrepitoso debate que se provocó en la ciudad cuando semejante amenaza recayó sobre los tres edificios emblemáticos de Híspalis a causa de
Pero no ahora. Hoy toca guardar silencio y poblar los comentarios de las noticias que publican los medios al respecto de las burradas y medias verdades de las que sólo el catetismo más anquilosado de esta ciudad es capaz. La pléyade de lame traseros que entonces enarbolaron la bandera de
De nada sirven los argumentos de que es más importante preservar la salud del estuario, incluso para los intereses de la propia ciudad de Sevilla, o la alerta de que, si no se hace bien, peligran miles de puestos de trabajos y empresas radicadas en otros puntos de la geografía andaluza que sustentan la precaria economía de cientos de miles de familias. A ellos no les valen razones nimias.
Tampoco que el parque nacional más importante de Europa se juega la vida en ello. Porque el Guadalquivir es en exclusiva de quienes viven intramuros de Sevilla por designio divino. Y para colmo, Doñana ni siquiera tiene cofradías.
1 comentario:
Un artículo muy bien redactado. Magistral!
Mark de Zabaleta
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