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24 mayo 2013

Doñana no tiene cofradías

Lo de Zoido es pura mala suerte. Cada vez que monta un circo le crecen los enanos. Ahora le ha tocado con uno de sus proyectos estrella: el dragado de profundización del Guadalquivir. El que, según sus palabras, generará 40.000 empleos en la ciudad que sólo él y quienes le doran la píldora han sido capaces de ver.

 

Primero fueron las manifestaciones del ministro de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete. El responsable de la institución que ha de otorgar el visto bueno a la obra y compañero de formación del alcalde reconoció en público que en la actualidad el dragado no se pude acometer. Dicha desautorización pública levantó ampollas y desató las iras de la cúpula del partido a nivel regional, que por cierto está integrada casi en su totalidad por miembros del PP sevillano. Mientras, los gritos contrarios a su ejecución llegaban desde compañeros populares de otras provincias andaluzas.

 

Zoido, a quien el cargo de presidente regional le está jugando demasiadas malas pasadas, se vio obligado a salir a la palestra y ejercer de lo que realmente le gusta: de Alcalde de Sevilla. “El dragado no puede esperar más”, manifestó y culpó a la Junta de Andalucía de la paralización de un proyecto sobre el que ni siquiera su propio partido es capaz de ponerse de acuerdo. Cosas de la política.

 

Hoy, ABC de Sevilla ha desvelado el contenido de un informe de la Unesco que apunta a que si el polémico proyecto sale adelante, Doñana sería incluida dentro de la lista de patrimonio mundial en peligro. El organismo asume en su totalidad las recomendaciones que hizo el Comité Científico en su informe de 2010. Esto obliga al Alcalde a tener que acudir a la próxima  reunión que el ente tiene previsto celebrar en Camboya para defender la obra, tal y como hizo en San Petesburgo con la Torre Pelli hace un año.

 

Pero hay dos circunstancias que hacen que la situación sea diferente a la de entonces. La primera es que Zoido nunca renegó de este proyecto, como sí hizo con el rascacielos de la Cartuja. Al contrario, siempre ha sido un ferviente defensor del mismo. Y la segunda, que Doñana no es Sevilla, sobre todo para los sevillanos, cuya relación con el parque se limita a poco más que a ir de veraneo a Matalascañas y acudir con sus hermandades a la romería del Rocío.

 

Todavía resuenan los estertores del estrepitoso debate que se provocó en la ciudad cuando semejante amenaza recayó sobre los tres edificios emblemáticos de Híspalis a causa de la Torre Pelli: la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias. Lo más granado de la Sevilla rancia se lanzó a despotricar sobre quienes se había atrevido a poner en peligro a la esencia más pura de la ciudad. Por poco se ponen a derrumbar la torre a pico y pala.

 

Pero no ahora. Hoy toca guardar silencio y poblar los comentarios de las noticias que publican los medios al respecto de las burradas y medias verdades de las que sólo el catetismo más anquilosado de esta ciudad es capaz. La pléyade de lame traseros que entonces enarbolaron la bandera de la Sevilla de toda la vida –las fuerzas viva de la ciudad, ya se sabe–, campa ahora por las página de las ediciones de los digitales poniendo verde a todo aquel que se oponga al “progreso de la ciudad” y a la “creación de empleo” tan necesaria. Por algo son los amos de las llaves del calabozo donde se encuentra secuestrada la auténtica identidad de esta tierra, claro. Sevillanía la llaman.

 

De nada sirven los argumentos de que es más importante preservar la salud del estuario, incluso para los intereses de la propia ciudad de Sevilla, o la alerta de que, si no se hace bien, peligran miles de puestos de trabajos y empresas radicadas en otros puntos de la geografía andaluza que sustentan la precaria economía de cientos de miles de familias. A ellos no les valen razones nimias.

 

Tampoco que el parque nacional más importante de Europa se juega la vida en ello. Porque el Guadalquivir es en exclusiva de quienes viven intramuros de Sevilla por designio divino. Y para colmo, Doñana ni siquiera tiene cofradías.

 

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Un artículo muy bien redactado. Magistral!


Mark de Zabaleta