Baba Leigh, imán de la mezquita de Kanifing East, en Gambia, se encuentra recluido y en régimen de incomunicación y sin cargos desde el 3 de diciembre pasado por condenar en público las ejecuciones de nueve condenados a muerte que se llevaron a cabo en agosto pasado.
Según testigos aseguraron presenciales, el pasado 3 de diciembre, al filo de las diez de la noche, dos agentes del Servicio Nacional de Inteligencia se presentaron en la casa del imán Baba Leigh y le informaron de que se lo llevaban detenido a la sede de dicho servicio para interrogarlo. Los agentes no dieron más explicaciones y al imán no se le ha vuelto a ver desde entonces.
Su familia cree que está detenido en dicha sede y que no le han ofrecido ninguna información sobre su paradero. Tampoco han podido verlo, ni siquiera su abogado. “Estamos muy preocupados por su estado. No lo vemos desde ese lunes y no hemos podido llevarle alimentos ni medicinas. Tenemos que verlo y saber qué delitos ha cometido”, ha manifestado uno de sus familiares.
Los hechos condenados por el imán Baba Leigh ocurrieron el 23 de agosto. Aquella tarde se sacó de sus celdas a nueve presos en espera de ejecución –una mujer y ocho hombres- y al día siguiente ya habían sido ejecutados por un pelotón de fusilamiento. Las ejecuciones se llevaron a cabo en secreto y sin informar previamente a las familias, a los abogados ni a los respectivos gobiernos de los condenados. Se cree que ni si quiera los propios reos fueron informados hasta que se les sacó de sus celdas. Aún no se han entregado los cadáveres a las familias ni se ha informado del lugar donde están enterrados. Estas ejecuciones han sido las primeras en casi 30 años.
Al tener constancia de lo ocurrido, Baba Leigh, que pronuncia su sermón todos los viernes en la mezquita de Kanifing East, localidad y provincia, condenó enérgicamente las ejecuciones en uno de sus sermones de septiembre señalando que eran “antiislámicas” y, además, pidió al gobierno que devolviera los cadáveres de los ejecutados a sus familias. Durante los últimos meses el imán ha criticado continuamente al gobierno y se ha pronunciado en contra de la pena de muerte en sus sermones.
Un caso parecido ocurre con los periodistas Baboucarr Ceesay y Abubacarr Saidykhan, que fueron detenidos el 7 de septiembre pasado por solicitar permiso para protestar pacíficamente contra las ejecuciones de agosto. El 10 de septiembre fueron acusados formalmente de conspirar para cometer un delito grave. Con posterioridad los acusaron de sedición y los dejaron en libertad bajo fianza. Finalmente se retiraron todos los cargos el 23 de octubre por orden del presidente Yayha Jammeh, pero desde entonces no paran de recibir amenazas de muerte.
En Gambia, tanto los periodistas como los activistas de derechos humanos y los opositores políticos sufren con frecuencia violaciones de derechos humanos como detención y reclusión ilegítimas, tortura, juicio injusto, hostigamiento, agresiones y amenazas de muerte.
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