Debatir sobre el estado de la ciudad, cuando la ciudad está
estancada en un inmovilismo petrificante desde que comenzó esta crisis es tan
absurdo como derribar una montaña a golpe de cincel.
El verdadero debate sobre la ciudad se desarrolla en sus
calles sin que nuestros políticos parezcan enterarse y en especial el Alcalde,
Juan Ignacio Zoido, cuya táctica efectista parece agotarse a pasos agigantados.
Por algo casi el 80% de los sevillanos estiman que la ciudad está igual o peor
que hace un año, tal y como puso de manifiesto hace unos días el último Barómetro
Socioeconómico de la ciudad de Sevilla publicado por la Fundación Antares Foro.
En todo caso, sólo hace falta pasear por las calles de
Sevilla y verse arrastrado por el aluvión de protestas que se producen a lo
largo de todos y cada uno de los días de ese tiempo eterno que la envuelve,
para llegar a la conclusión de que las visiones idílicas que se traslucen en
los discursos de nuestros políticos no son otra cosa que productos de esa manía
que tienen de habitar en una ciudad que no existe y que nada tiene que ver con
la real a la que dicen representar.
De ahí que cuando, al comienzo del pleno, el equipo de
gobierno se deshace en loas a su líder enarbolando una supuesta gestión que
sólo ellos ven, casi nadie se altere ni si quiera para rozar la extrañeza,
porque es a lo que estamos acostumbrados y, al parecer, más que resignados.
Lo mismo sucede cuando desde la bancada de la oposición
comienza a diluviar como por ensalmo una retahíla de propuestas que justo un
año antes, cuando eran ellos quienes ostentaban el poder, fueron incapaces de
poner en marcha con la misma manifiesta inoperancia. También estamos
acostumbrados, y resignados por ende, a estas profundidades del rifirrafe
político.
Al final, toda la argumentación política se reduce a la
estética más que a la eficiencia o no de la gestión. Lo ha dicho el portavoz
del PP, Juan Bueno: “Nosotros no causamos escándalos”. Y ahí se quedó
toda la tela por cortar. La herencia recibida está demostrando que en tiempos
de crisis es más socorrida que el agua bendita en las lesiones de los
futbolistas.
Las protestas perpetuas, tanto en el interior del Pleno –hoy
han tenido que desalojar a las familias de la Corrala La Utopía por exigir
el suministro de agua en sus viviendas ocupadas- como las que tenían lugar en
las puertas de la casa consistorial, con bocinazos, petardazos, tamborilada y
griterío incluidos, no existen y no tienen presencia en ese particular sky line
sevillano que sólo ven los ojos avezados de nuestros políticos.
Eso sí, los sevillanos de a pie nos tenemos que tragar que
el Alcalde este inmensamente preocupado por ese plan de ajuste que se ha visto
obligado a realizar por culpa de la maldita herencia recibida –de 70 a 20
millones, ha dicho- y sin embargo se permita el lujo de ignorar qué carajo
sucedió con aquellos 70 millones de euros que, según sus propias palabras, se
cargaron en las cuentas de Tussam durante el
anterior mandato sin que tuvieran nada que ver con la actividad propia de la
empresa. Si para ello además es necesario saltarse unas cuantas promesas
electorales de camino, pues mejor.
Es cierto que se han solucionado problemas, pero tampoco lo
es menos que en la situación en la que se encontraban las empresas municipales
tampoco había que ser muy lince para clavar el diagnóstico. El problema real
está en que, tras solucionar alguna encrucijada heredada del equipo anterior,
siempre existe un después y es ahí donde hay que demostrar que se tiene un plan
planificado y actuar en consecuencia. Y en ese sentido, las empresas municipales
han cambiado muy poco.
Algo parecido ha sucedido cuando Zoido se ha referido a los
problemas sociales y le ha pedido a la oposición que “no banalicen” sobre el
asunto. “Este gobierno está realizando actuaciones muy importantes”, ha dicho.
Nadie lo duda, pero las personas que han desalojado hoy del pleno son tan sólo
una mínima representación de un problema cruel e inhumano que está asolando a
la ciudad ante sus propios ojos: los desahucios.
Según las
estadísticas del CGPJ, sólo en la provincia de Sevilla, los levantamientos
se incrementaron un 155% durante 2011 con respecto al año anterior, pasando de
ser 436 en 2010 a 675 en 2011. Se da por hecho que durante los seis primeros
meses de 2012 esa cifra no ha hecho más que incrementarse.
Ante tan tremendo problema humano, requerido de una atención
principal incluso por el Defensor del Pueblo Andaluz, la respuesta del
Ayuntamiento, cuando la gente presa de la desesperación decide ocupar viviendas
vacías para no dejar a sus hijos en la calle, se limita a cortar el suministro
de luz y agua y amenazar con enviar a los servicios sociales para retirar la
custodia de los menores. Si en eso consiste el grueso del plan de choque,
apañados vamos.
Zoido se ha marcado hoy cinco líneas de actuación
prioritaria: empleo, servicios básicos, limpieza, transporte y ocio-turismo.
Trabajo no le va a faltar, desde luego. Pero haría bien en olvidarse del
pasado, salvo que sea para exigir cuentas con todas las de la ley, y aplicarse
en la tarea de ofrecer soluciones válidas a los ciudadanos. Está muy bien
pasearse por los barrios y hacerse la foto con los vecinos justo al lado del
foco del problema. Está muy bien siempre y cuando esa foto no pase luego a
formar parte del baúl de los recuerdos de manera sistemática.
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