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14 junio 2011

Zoido y los antagonismos

Juan Ignacio Zoido ya gobierna la ciudad. Comienzan a esbozarse las primeras medidas, las de más urgencia y las tendentes a una inmediata aplicación de su programa electoral, ése que le ha otorgado en las urnas los veinte concejales con los que gobernará la nave de Sevilla hasta 2015.

En esa línea ha anunciado que bajará los impuestos en 2012 de una ciudad que encabeza la lista de las más caras al respecto. También ha dado instrucciones para que se desbloqueen lo antes posibles los proyectos clave de Fibes y los pasos soterrados de Bueno Monreal y Los Arcos. Además ha garantizado que la biblioteca del Prado seguirá adelante si el Tribunal Supremo avala la licencia otorgada.

La anécdota la ha constituido una carta remitida a los secretarios de los consejos de administración de las diferentes empresas municipales, en la que insta a los gerentes de las mismas a “abstenerse” de tomar decisión de peso alguna que influya en el “tráfico” y en el “giro” de la empresa “sin antes ponerlo en conocimiento de la alcaldía”. Zoido no se fía y quiere atar en corto a quienes mejor pueden poner en peligro su inminente aterrizaje en unas empresas que atraviesan sus peores momentos.

Sin embargo, la polémica ha surgido con el anuncio de la que será su primera medida de envergadura como alcalde: la derogación del Plan Centro. Ya en la entrevista concedida a este blog adelantó que sería su primera medida a tomar y no ha cesado de repetirlo durante la campaña electoral. Parece decidido a cumplirlo, cosa que entra dentro de la lógica.

Sin embargo, como es característico en esta ciudad dual y antagónica, ya han surgido voces instando a que lo haga cuanto antes y otras pidiéndole que se lo plantee de nuevo. La Federación Cais le pide que lo derogue de inmediato y taxistas, ecologistas y ciclistas y le solicitan justo lo contrario. Es una de las diatribas típicas que surgen día sí y día no en la ciudad.

Conciliar los antagonismos no es tarea fácil, a mucha gente les han dado bastantes quebraderos de cabeza, incluido Marx. Antonio Rodrigo Torrijos se lo advirtió durante el discurso de su toma de posesión como alcalde. “Tendrá que escoger entre sevillanos, señor Zoido”, le dijo, como quien aún paladea el regusto amargo de haber pasado recientemente por ese trago.

El alcalde ya ha manifestado por activa y por pasiva que está dispuesto a escuchar a todo el mundo. Haría bien. Una de las cuestiones que más impopularidad le acarreó a su antecesor fue que no consultaba las decisiones ni siquiera con su almohada. Hablar y consensuar las medidas con todos los implicados es la mejor forma que se conoce de conciliar antagonismos. También la mejor manera que se me ocurre de iniciar un mandato recién estrenado.



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