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12 junio 2011

Zoido, Una toma de posesión policoral


Como si de un concierto de música barroca se tratara, la toma de posesión de Juan Ignacio Zoido como alcalde de Sevilla celebrada ayer fue policoral, con dos coros contrapuestos muy diferentes y distantes entre sí. Parecía que, en vez de en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de la ciudad, el acto se hubiese celebrado en la iglesia de San Marcos de Venecia, donde surgió dicha técnica. Dos bandas de música cuyos sones enfrentados amenizaron la ceremonia tanto dentro como fuera del recinto.

La banda municipal se encargaba de poner banda sonora a lo que ocurría en el interior de la casa consistorial y los indignados del 15-M, concentrados en los alrededores y controlados por un fuerte dispositivo policial, se encargaban de recordar a los asistentes con sus consignas que existe una realidad en la calle que no se corresponde con el protocolo y el boato que imperaba en el interior del Ayuntamiento.

Cada vez que callaba la orquesta, el vendaval sonoro de los indignados irrumpía como un ciclón e invadía la instancia, llegando a exasperar a buena parte de los políticos hasta llevarlos al cabreo, como le ocurrió al presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, al que al acceder al Ayuntamiento se le notaba demasiado que no le habían gustado los gritos con los que fue recibido a su llegada. Mariano Rajoy y Javier Arenas, que fueron acompañados por Zoido en su entrada al consistorio, zanjaron el asunto con sendas sonrisas, mientras la intensidad sonora de las protestas no paraba de crecer. Como si no fuera con ellos-

Por lo demás, todo se desarrolló con arreglo al protocolo, con la excepción de la promesa del cargo por imperativo legal de Josefa Medrano, segunda de la lista de Izquierda Unida, que levantó protestas y comentarios de malestar entre el público asistente simpatizante del Partido Popular. Parece mentira a estas alturas todavía haya gente en este país a la que se le corte la digestión cuando alguien se declara republicano. Si ése es el exponente del grado de tolerancia de los vencedores, mal vamos.

En los discursos, nada que no fuera previsible. Torrijos inició su crítica al que va a ser nuevo gobierno de la ciudad desde el primer instante y se refirió a que “ha habido sectores que han influido en los resultados electorales”. Espadas hizo una apuesta por enterrar la crispación y esgrimió un discurso en un tono bastante constructivo y conciliador, sin por ello esconder las divergencias con la formación que ha ganado las elecciones y prometer un férreo control de la acción de gobierno de los populares.

Las intervenciones del nuevo alcalde, Juan Ignacio Zoido, fueron en la misma línea de las que se han sucedido durante la campaña electoral. Apostó por hacer de Sevilla una ciudad del talento al servicio del empleo y espetó un “no todos los políticos somos iguales” que hizo planear la sombra de un ausente Monteseirín sobre el salón de plenos. Esbozó sus campos de batalla del futuro inmediato, reclamar la capitalidad de Sevilla ante la Junta y presumiblemente el Metro defendido en su programa, y se postuló como un alcalde “leal pero reivindicativo con el resto de instituciones públicas”.

Zoido tuvo palabras de recuerdo para sus antecesores. De Uruñuela, la caballerosidad; de Manuel Del Valle, la ironía; del ausente Alejandro Rojas-Marcos, la comunicación; de Soledad Becerril, el rigor. De Monteseirín se limitó a decir que ha sido el primer alcalde en estar doce años al frente del Ayuntamiento. Una curiosa, y tal vez injusta, manera de corroborar su existencia.

La curiosidad la puso Torrijos cuando le pidió al nuevo alcalde que no desmantele OTAINSA, la oficina técnica de la Gerencia de Urbanismo para luchar contra el acoso inmobiliario. Zoido se comprometió a demostrar durante su mandato que "se puede sentir y escuchar a la gente desde el gobierno".

Ya concluido el acto, a la salida de los asistentes, las protestas de los indignados se recrudecieron. Algunos perseguían y abordaban a los asistentes en plena calle gritándoles las consignas a la cara. Incluso entablaron diálogos con algunos de ellos, mientras la inmensa mayoría se daba prisa por abandonar el escenario acelerando el paso. Hubo detalles que no me gustaron, que no concuerdan con un movimiento pacífico que exige más democracia y más libertad. Pero como es habitual, entre tanta gente que lo único que quiere es mejorar la democracia de este país para disfrute de todos los ciudadanos, lo normal es que se cuele alguien que da la nota a las primeras de cambio.



PD: He de agradecer desde aquí la siempre inconmensurable colaboración que la policía presta a los informadores. En el caso de ayer fue ejemplar ese ansía permanente por facilitar la labor de los periodistas, impidiéndoles el acceso al recinto y exigiendo que llamaran al centro de prensa del Ayuntamiento para que les trajeran a las vallas las acreditaciones, porque si no, no les franqueaban el paso. Gracias a la diligencia y el buen hacer del equipo del gabinete de prensa del Ayuntamiento, que no tuvo inconveniente en acercarse a las vallas de protección para facilitar el acceso a la prensa, no surgieron mayores problemas con una actitud policial impropia en un estado democrático. El delegado del gobierno puede estar más que orgulloso del comportamiento de sus fuerzas policiales a la hora de tratar de impedir el libre ejercicio del derecho a la información a los periodistas.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Zoido ya ha realizado la primera medida contra el desempleo; ha ido al Rocio a pedir por los parados.

Gregorio Verdugo dijo...

Anónimo: sí, ha empezado por las arenas, algo es algo.

Anónimo dijo...

El caso es quejarse de algo.

Gregorio Verdugo dijo...

Anónimo: la queja en esta ciudad es obligada.