cabecera_tipográfica_trans

30 junio 2010

Periodismo alineado

La Real Academia de la Lengua define la palabra “chollo” como equivalente a ganga; “cosa apreciable que se adquiere a poca costa o con poco trabajo” en lenguaje coloquial.

Sin embargo, el insigne periodista de ABC que ha escrito este artículo debe considerarse con autoridad ligüística más que suficiente como para desautorizar a la institución con la responsabilidad de limpiar, fijar y dar esplendor a la lengua mediante la que nos entendemos en este mundo tan complejo.

Para este señor, cuya relación contractual con el periódico de las tres letras desconozco, el tener un contrato de trabajo indefinido o un convenio mediante el que se regulen los ciclos de formación para mejorar las prestaciones de los empleados, las dietas que te han de abonar cuando te ves obligado a comer fuera de casa por razones de trabajo, el disponer de una serie de días retribuidos al año para resolver asuntos propios, el salario y un largo etcétera, es un chollo, es decir, algo que se consigue a poca costa. Quizá porque lo que no se ha atrevido a escribir abiertamente es que cualesquiera condiciones laborales que se alejen un milímetro de las de los esclavos del diecinueve debe ser considerada como tal.

No sabe este señor cuán equivocado está y qué poco conocimiento de la realidad demuestra alguien que, dada su condición de periodista, está obligado a conocer con exactitud de fotografía aquello sobre lo que va a escribir.

Entre otras menudencias porque las conquistas de los trabajadores nunca caen del cielo como el agua de mayo, sino que suelen ser frutos de años consecutivos de lucha por mejorar las condiciones de trabajo en los tajos y porque, en la mayoría de las ocasiones, nunca parten de una ataque repentino de filantropía del patrón, sino de negociaciones arduas y a menudo interminables en las que se suele soltar parte del lastre que se cargaba desde el inicio.

Rara vez una conquista lograda no lleva como contraprestación la renuncia paralela a algo ya consolidado. Es lo que en el mundillo laboral se conoce como contrapartida. Y en la jerga sindical, sólo aquellos avances que conlleven ninguna son considerados verdaderas conquistas. Con que vete tú a saber lo que los trabajadores del Metro de Madrid habrán tenido que entregar durante esos años de negociaciones.

Así pues, lo que este periodista considera un “chollo” achacable a no se sabe qué proceso de azar o qué suerte de milagro, no es sino el fruto del esfuerzo de la lucha y el sacrificio de miles de persona durante un período prolongado de tiempo.

Calificar de esa guisa un fenómeno tan complejo y tan necesario para el progreso de las sociedades avanzadas, ésas de las que luego tanto nos gusta fardar, es, además de una absoluta falta de respeto, una demostración palpable de estupidez bajo serias sospechas de interesada intención.
Me gustaría que este periodista hiciera un poco de autocrítica y publicara las condiciones de las relaciones laborales del convenio de ABC, si es que él no está regido por el de la prensa, bastante inferior, como ocurre con la mayoría de la plantilla de la redacción de Sevilla.

También me gustaría que argumentara por qué el hecho de que un familiar de un trabajador del Metro tenga derecho a utilizar de forma gratuita ese modo de transporte –lo que se conoce como una retribución en especie– ha de ser un privilegio sólo justificable si se aplica a reyes y otras faunas de sangre azul y, por poner un ejemplo, el que ABC regale el ejemplar diario a familiares del empleado, incluso cuando éste ya ha fallecido, no.

A fin de cuentas, el periódico en el que trabaja también se nutre de subvenciones y se lleva su tajada de la publicidad institucional, que es dinero que sale del bolsillo de todos. Del de los trabajadores del Metro también.



No hay comentarios: