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28 mayo 2010

Alguien tendrá que recoger las armas

Juan Carlos Escudier

"Nada es comparable hoy con la situación de entonces ni siquiera con la de hace tres años. ETA está hoy al borde del precipicio. Sufre un doble acoso: el de la Policía, que ha debilitado todas sus estructuras hasta el punto de que los últimos informes apuntan a su incapacidad para reponer sus piezas capturadas; y la presión interna de quienes en la izquierda abertzale reclaman el fin de su actividad. Menospreciar la carta de ocho de sus presos en la que piden la reparación de los daños causados a las víctimas o considerarla un gesto más para justificar la negociación, como hace Mayor Oreja, sólo puede ser el síntoma de una obsesión enfermiza.
No es que se haya acentuado el acoso policial a los terroristas, es que también se ha estrechado el cerco legal para impedir que los herederos de Batasuna estén en las elecciones, de forma que presionando al que presiona se acelere lo inevitable. Con ese horizonte sería insensato desatender la obligación de cualquier Gobierno, que es tomar la temperatura a la banda y a su entorno, y fomentar la división entre los ortodoxos de la violencia y los que defienden vías pacíficas y democráticas. Si en algún momento ETA decide entregar las armas, habrá que saberlo, aunque sólo sea para mandar a alguien a recogerlas.
Será en ese preciso instante cuando haya que volver a dialogar con ETA y poner en práctica eso que se dio en llamar la generosidad de la democracia en lo relativo a los terroristas presos. Y ello para conjurar el peligro de una escisión, que hoy es algo más que probable, con la que se eternizarían, aunque fuera de manera residual, los episodios de violencia. Sería deseable que, por una vez, PSOE y PP estuvieran unidos y a la altura de las circunstancias. Evidentemente, con Mayor Oreja no se podrá contar."

Más en “La negociación perpetua con ETA, según Mayor Oreja”.



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