“Si a los periódicos nacientes se les escapó la gran noticia de la revolución moderna, los de hoy se preparan para dar en exclusiva su último y más sensacional titular a toda plana: el que anunciará la desaparición de la prensa escrita (y, por tanto, la llegada de una nueva época).”
Interesante reflexión sobre el periodismo la de José Luis Pardo, catedrático de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, en el artículo publicado hoy en El País, titulado “Las garrafas y el vino del periodismo”.
Según el autor, el periodismo ha acabado por obsesionarse en la producción de titulares que rellenen el vacío informativo de cada día, de ahí que la inmediatez de Internet haya suplantado a la prensa tradicional, porque ya no hay por qué esperar a la mañana del día siguiente para aplacar esa sed informativa que nos acucia, sino que se puede hacer de manera inmediata haciendo clic sobre un titular y desechando aquello que no nos interesa o nos aburre.
Ante ese panorama, la opinión “es también la única función de la prensa capaz de distinguirse de la simple propaganda, del negocio o del ingenio publicitario, porque es la única que garantiza su autonomía con respecto a esas otras esferas de influencia de los poderes fácticos”.
Así pues, la opinión, cuya tarea más loable es la de articular la opinión pública, es la única función de la prensa que se presume capaz de contrarrestar esa inclinación hacia “la indiferencia y la amalgama” de los tiempos que corren.
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