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11 abril 2009

Un periódico no es un BOE ni un folleto publicitario

Cuando se negocia un convenio colectivo en cualquier empresa, rara es la vez en la que el empresario no tira de una de esas palabras de libro, a las que siempre se recurre cuando se pretenden ocultar las verdaderas intenciones. Hay dos palabras que son de obligada aparición en estos casos y que ya han pasado a formar parte de la coreografía escénica de las negociaciones entre trabajadores y patronos: productividad y competitividad.

Cuando alguna vez me he planteado si sucede lo mismo en el mundo del periodismo, no he sido capaz de darme una respuesta satisfactoria. Porque lo que los propietarios de los medios entienden por esos dos conceptos es radicalmente diferente a lo que debía ser.

Productividad no es símil de precariedad y contratos basura, como competitividad tampoco lo es de periodismo servil y de baja calidad.

A mi entender, en periodismo ambos conceptos debían ir ligados íntimamente a la calidad en las informaciones, veracidad a ultranza y credibilidad. No se trata de refundar el periodismo, sino de acudir a las fuentes y rescatarlo del letargo de siglos al que lo han sometido los intereses económicos y de poder.

Como escribía el otro día Pepe Cervera, hay que hablar de noticias, de periódicos y de periodistas para superar esta situación. Algo tan antiguo como acudir a donde está la gente para averiguar lo que les pasa y contarlo bien. Otorgar voz a quienes nunca la han tenido para que tengan su eco en los medios y se les pueda prestar el servicio al ciudadano que siempre ha sido el buen periodismo.

Tal vez sea que los periodistas están dejando de escuchar, o quizás que lo que escuchan no les gusta o interesa a quienes dirigen los medios. Lo cierto es que es necesario profundizar en las historias que se escriben, contar el otro lado de las cosas, y el por qué suceden.

Si algo me motiva de esta profesión es la ilusión por conseguir la voluntad y la perseverancia para trabajar produciendo noticias, como me explicaba Juan Benítez en un comentario en este blog. No me gustaría acabar haciendo de altavoz de intereses económicos y políticos que no comparto y a los que siempre me he opuesto. Por eso será difícil que en mis escritos encontréis objetividad. No quiero ser objetivo en ningún momento, y mucho menos en cuestiones ideológicas. No es mi meta, soy de los que pienso que hay noticias que sólo tienen un lado.

Porque si de los poderes políticos dependiese, el periodismo sería una suerte de BOE interminable y aburrido. Y si fuera por los económicos imperantes, los periódicos serían lo más parecido a un folleto publicitario.

Al menos, siempre me quedará el blog, porque puedo contar las historias de la gente con humildad y pringándome cuanto considere necesario. Aunque, sigo estando dispuesto a hablar y a aprender.

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