El tiempo no es un buen aliado del Partido Popular de Sevilla, porque a medida que transcurre y la ansiedad los va devorando como una oruga al capullo que la envuelve sus cacicadas se hacen más estruendosas y sus meteduras de pata más universales.
Ahora se niegan al acto de conmemoración de la II República que tendrá lugar el sábado 18 de abril en la Alameda de Hércules donde se ofrecerán conciertos gratuitos al público y exige al Ayuntamiento que lo paralice.
La excusa no puede ser más banal e incoherente que aducir la gravedad incuestionable de apoyar actos en los que aparecen “símbolos preconstitucionales”, ellos que cuando ven uno salen corriendo a pedir auxilio a la autoridad.
No hay más que tirar de las galerías fotográficas de las mil y una manifestaciones convocadas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, convenientemente apoyada por el PP, en las que los líderes populares aparecían rodeados por todas partes, como las islas, de negros aguiluchos recordatorios de otras épocas ya lejanas.
O las insistentes negativas a retirar símbolos franquistas de las calles de diferentes ciudades españolas, porque claro ¿acaso hay algo más constitucional que una estatua ecuestre de Franco, con su caballo y sus ínfulas de emperador?
Habría que explicarles a estos ínclitos políticos de derechas que no es lo mismo anticonstitucional, es decir, contrario a la Constitución de un Estado, que preconstitucional, que no es más que anterior a la misma.
La II República estaba legitimada por una Constitución aprobada por unas Cortes Constituyentes elegidas democráticamente por sufragio universal. Probablemente se trate de una de las páginas más legítimas de nuestra Historia.
Con esos mismos razonamientos nos veríamos obligados a prohibir el anual homenaje a San Fernando, más claramente preconstitucional si cabe, o abolir el pendón de Sevilla y su no-madeja-do.
Lo que ocurre es que cuando se trata de dar la lata, cualquier excusa es válida.
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