El mundo está definitivamente loco. Esta crisis profunda y malévola ha acabado de volatilizar la poca razón y el sentido común que quedaban como último resorte de lo que un día fuera el esplendor de la lucidez humana y nos ha vuelto a todos majaretas sin remedio posible.
Hasta ahora, cada vez que los empresarios abrían la boca para opinar de la crisis y sus posibles salidas subía el pan. Pero ayer, el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, ha rizado el rizo hasta lo imposible y ha declarado que si los sindicatos deciden hacer una huelga general ellos se sumarán a la pancarta de cabecera. Toma ya. No se conforman con ir de relleno, como la mayoría, sino que pretenden encabezar la movilización, como los piquetes más avezados. Y es que cuando los empresarios dicen a meterse a comunistas no les gana nadie. Es el mundo al revés.
Primero comenzaron con la socialización de las pérdidas producidas por unos muchos listillos de tres al cuarto, luego su constante preocupación por no dejar en el desamparo y la desprotección a los currantes en pleno tsunami de la crisis, pasando por la venta de servicios de primera calidad al gobierno de turno asumiendo solidariamente su cuota de responsabilidad en lo que sucede, ofreciendo en todo momento a los ciudadanos de a pie toda su disponibilidad y más para que no sufran las sacudidas de la barbarie económica imperante, solidarizándose constantemente con el que no tiene, porque se han sentido una víctima más, como cualquiera.
Se ve que están crecidos y no hay quien los pare. No sólo reconocen que los gobiernos “están haciendo todo lo que pueden”, sobre todo dadas las circunstancias tan caóticas a las que los han llevado, sino que además quieren convertirse en sindicatos y hacer huelgas generales y protestar contra la crisis que ellos mismos han provocado. Manda huevos.
Y lo más curioso de todo es que, ladeando la mirada como quien no quiere ver la realidad, se preguntan escolásticamente que “contra quién van a protestar”, como el místico que tras años de meditación acaba de desentrañar el misterio de la naturaleza o la esencia íntima e inescrutable del mismísimo dios.
A mí, que no me gusta dejar a nadie desolado en el epicentro de la nada existencial, se me ocurre proporcionarles al menos unas cuantas razones de peso para que no se sumen a la movilización desmotivados y abatidos por el desánimo. Porque en ese estado no hay quien gane una huelga general.
Por eso se me ocurre que podrían elevar la voz contra los especuladores sin escrúpulos que anteponen la ganancia fácil y perentoria a cualquier otro valor moral, contra quienes entienden que perder no es otra cosa que no poder seguir acumulando riqueza cuando buena parte del planeta se hunde irremisiblemente en la miseria más absoluta, contra quienes han impuesto esa fatídica moda de que un trabajador no es más que un número que depende del color con el que se pinte para su subsistencia, contra quienes han hecho del planeta un inmenso mercado sin importarles un bledo si lo que se vendía era realmente necesario y si su venta pondría en peligro la propia existencia del mundo tal y como hasta ahora lo hemos conocido.
Y así me llevaría horas arguyéndoles docenas de razones a estos pobrecitos desgraciados que no tienen dónde caerse muertos, para que pudieran hacer la huelga con la dignidad perdida y el acto de fe necesarios para transformarla en una victoria contundente y sin paliativos.
Pero me temo que lo que en realidad ellos pretenden no es otra cosa que clamar al cielo para que la pregunta que se hacen no tenga jamás respuesta. Que me quede como estaba, virgencita.
6 comentarios:
Si, ahora solo tenemos que beatificarlos...
o rezar por ellos
tú lo has dicho jack:manda huevos!!!
Coyote, S., moro: propongo iniciar un proceso sumarísmo de canonización. Están tan necesitados los pobres.
Es que son como los asesinos que se camuflan en las manifestaciones que se hacen en favor de las victimas, hasta que la policía los descubre y son puestos a disposición del juez.
Salud.
Enrique: tirar la piedra y esconder la mano es lo que mejor saben hacer.
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