Cuando el periodismo pierde la vergüenza

Sevilla entera está conmocionada por la desaparición de Marta del Castillo. Todos los que somos y nos sentimos padres estamos especialmente sensibilizados y preocupados por un suceso que nos ha tocado en lo más hondo de las fibras sensibles.

Sin embargo, algunos no tienen escrúpulos a la hora de relacionar lo que es una desgracia que requiere una actuación contundente de la justicia con sus intereses más obscenos. Es de una catadura moral inclasificable utilizar el dolor ajeno para defender posturas ideológicas.

Y mucho más falto de ética y de una bajura rayana en la desvergüenza es la utilización de sucesos tan desgraciados para sacar rédito político partidista. Por lo que se ve, a algunos el estómago les da para eso y mucho más.

Os dejo aquí dos párrafos extraídos de la columna de Fernando Iwasaki en ABC.

“Si prospera la iniciativa socialista de consentir el aborto desde los 16 años y sin la intervención de los padres, tal vez se impida que muchas niñas se conviertan en madres, pero jamás impedirán que continúen en las garras de sus maltratadores, porque el aborto nunca sería la causa de su liberación, sino la consecuencia de su esclavitud”

“Se incuba (Miguel, el presunto asesino de Marta) en el seno de familias desintegradas, crece en escuelas donde reinan la crueldad y la indisciplina, se galvaniza durante horas de asesinar vidas virtuales con la Play Station, se despoja de toda humanidad grabando o contemplando palizas con los móviles y se termina de quintaesenciar sintonizando cualquier programa mugroso de nuestra televisión”

Al periodismo nunca le ha faltado ética, es a algunos periodistas a quienes les hace falta una ducha de moral y un lavado de conciencia con urgencia.

Lo único que puedo decir respecto al caso de Marta del Castillo es lo mismo que ha gritado durante esto días una ciudad entera, toda una sociedad:

“Todos somos Marta”