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11 noviembre 2008

Ojos que no ven, boca que calla

“En España, los franquistas, que siguen detentando los bienes de los que se apropiaron, continúan inundándonos con los mismos gritos destemplados de siempre, con su inaudita falsificación de la realidad, con sus burlas del genocidio que perpetraron, con su desprecio por los sufrimientos de un país que perdió en tres años el más consciente movimiento obrero, las mejores cabezas de la intelectualidad, la magistratura, el profesorado, la universidad, la investigación, los dirigentes sindicales y políticos, que fue sepultado en la miseria económica y moral durante medio siglo”

“Lo más demoledor de la historia española es que no solamente los herederos de los franquistas niegan la represión que ejerció su apreciado régimen, sino que los que no la vivieron directamente la minimizan. Las obras que se han publicado, las películas que se han filmado, los reportajes que se han realizado, no reflejan en todo su horror lo que fue la vida cotidiana, la lucha de los resistentes antifranquistas, la brutalidad y sordidez de las prisiones, la miseria del pueblo, los actos de tortura que se producían constantemente en las comisarías y cuarteles contra todo disidente o simplemente sospechoso. Porque los muertos no hablan, los exiliados lo hicieron allende los mares, los que quedaron aquí silenciados no pudieron dar testimonio de la profundidad de la destrucción de nuestra condición humana”

Lidia Falcón en una extraordinaria columna en Público

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y aún hoy buscamos los restos de la humanidad pérdida debajo de las fosas sin nombre y después de casi 70 años buscamos la justicia negada y todavía algunos se empeñan en seguir echando más tierra y más silencio sobre los crímenes de guerra y de la larga posguerra.

Muy oscura fué la dictadura pero espero que la democracia entienda que solo con la claridad será plenamente democracia.

un beso (siempre imprescindible jack)

Gregorio Verdugo dijo...

Gracias sinsol. Me es imposible borrar el recuerdo de tantas voces, algunas de ellas ya no están, que se preocuparon por contarme, cuando el saber estaba prohibido, lo que de verdad había ocurrido durante aquel suceso del que no se podía hablar nunca. Ellos no me contaban desde el ánimo de venganza, sino desde la melancolía tierna que florece ante la necesidad de una justicia que jamás les llegó.
Yo siento que tengo una responsabilidad ante aquellos valientes que se esforzaron porque conociera nuestro pasado, el de verdad, el que no se escribía en los libros. Y esa responsabilidad me apremia. No quiero morirme como ellos, como el coronel de García Márquez, esparando la carta que jamás llegará donde me certifiquen oficialmente algo en lo que siempre he creído y con lo que siempre he soñado: que la justicia de verdad existe y que posible en este mundo de mierda.

Anónimo dijo...

No dudes que tus sueños que son los de muchos se cumplirán.
Yo tambien creo que la justicia de verdad existe.

un beso

pd: Mi agradecimiento y reconocimiento a todos los que llevan muchos años trabajando por encontrar a nuestros desaparecidos sin contar con ayudas oficiales de ningún tipo.