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03 noviembre 2008

Los bloggers también somos humanos


Escribía Juan Varela el otro día que “los medios y sus responsables se dejan fascinar por la atracción del poder y se empeñan en mostrar a sus lectores que han tocado al poderoso”.

Es una obsesión con abolengo en la historia de la prensa el presumir de la cercanía al poder, como si fuera la marca visible de un barómetro de la influencia. El roce con el poderoso se suele mostrar con vanidad, incluso con indolencia.

Juan, que de esto sabe lo suyo, afirmaba que es malo apegarse a quien la profesión mandata vigilar y pedir cuentas. A los ciudadanos les disgusta y en ese partido suele perder por goleada la información.

Los bloggers, sean periodistas o no, han encarnado en los últimos tiempos el hilo de esperanza de una información diferente para muchos ciudadanos. Una información  más plural y acorde a los verdaderos intereses de la gente. Pero no nos equivoquemos, los bloggers también somos humanos y padecemos las mismas fallas y vanidades que el resto de los mortales.

Tal vez por eso, durante este último fin de semana desde Cáceres y con motivo del III Congreso Internacional de Nuevo Periodismo, haya circulado por la red tal profusión de fotografías y vídeos de notables bloggers posando con los príncipes y autoridades varias que han estado presentes en el evento.

La misma humanidad que nos mueve a escribir y mantener un blog a diario nos empuja a ser como los demás, a padecer las mismas debilidades. Y lo mismo valemos tanto para intentar cambiar el mundo mediante un post lleno de enlaces a otros sitios como para posar como si tal cosa junto a los principales protagonistas de ese poder que pretendemos combatir.

Son las cosas de la fascinación que el poder ejerce entre los mortales, aquel encantamiento irrazonable y atávico que de forma tan magistral describió García Márquez en “El otoño del patriarca”, que hacía posible que  el detentor del poder fuese incapaz de negarle nada a los adláteres. Porque, como él mismo escribió,  se necesitaba tener un hígado de hierro para mezquinarle un favor a quien le cantaba sus méritos”.

No es que esté afirmando con esto que los bloggers vayan a cambiar su forma de hacer las cosas, ni que se vayan a plegar en silencio a las exigencias de los personajes con quienes se han fotografiado. Es simplemente la constatación de un hecho curioso, sobre el que pocas veces se escribe –con la honrosa excepción de Juan- y que me ha llamado la atención por lo que de infrecuente tiene.

En todo caso, si alguien se lo toma por otro sitio, que lo entienda como una humilde autocrítica.

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