El próximo 10 de diciembre se cumplen 60 de que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los Estados. En ella los países firmantes se comprometieron a “promover el progreso social y elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de libertad” y reconocieron que “los seres humanos sólo pueden liberarse del temor y la miseria, si se crean condiciones en las que todas las personas puedan disfrutar de todos los derechos humanos”.
Hoy, seis décadas después, hemos de coincidir todos en que es la Declaración Universal más universalmente soslayada de cuantas existen. Tan sólo en 2007, 1.252 personas fueron ejecutadas en 24 países. Se ha documentado tortura y malos tratos en 81 países y en otros 45 hay presos y presas de conciencia. Además, 854 millones de personas sufren el castigo del hambre y otros 1.100 millones carecen de una vivienda digna donde vivir.
Sólo en Myanmar existen más 2.100 personas detenidas por motivos políticos. Entre ellas, la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, presa de conciencia detenida y bajo arresto la mayor parte de los últimos veinte años. Aung San Suu Kyi es cofundadora del principal partido de la oposición de su país, la Liga Nacional para la Democracia.
Amnistía Internacional está realizando con motivo del sesenta cumpleaños de los Derechos Humanos una campaña de recogida de firmas para que el Gobierno de Myanmar ponga en libertad a Aung San Suu Kyi y exigirle también a la comunidad internacional que asuma su compromiso con los derechos humanos.
No te va a llevar más de tres minutos hacerlo.
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