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16 abril 2008

La eterna juventud en la placenta de la oveja negra

Si te sientes incapaz de soportar ante un espejo los estragos del tiempo en tu rostro y eres de esas personas a las que le preocupa su imagen proyectada en los ojos de los demás, no lo dudes, la solución a tu problema se llama V-Humacell. Mediante su utilización aseguran que se rejuvenece diez o veinte años, tanto en el aspecto físico como en el bienestar interior.

V-Humacell es un producto totalmente natural desarrollado en Suiza, que se extrae de la placenta de la oveja negra, dada la similitud de sus células con las humanas. Se aplica en forma de vacunas, de suspensiones de tejidos y componentes celulares que provienen de ovejas neonatas y extracto placentario al que se incorporan inductores hormonales y enzimas de vital importancia para el completo desarrollo celular del ser humano.

Al aplicarlo se convierte en una sustancia enzimática que ayuda al organismo a producir una hormona, la del crecimiento, de manera endógena, lo que hace que su utilización se limite a una vez al año. A medida que envejecemos, la producción de células aminora y se va creando más masa muscular media que músculo. V-Humacell invierte este proceso con unos resultados asombrosos en cuanto a la desaparición de arrugas, favorecimiento del corazón, el colágeno, el hígado e incluso la libido.

Aunque parezca sorprendente, este producto tiene la propiedad de aumentar la capacidad sexual, detiene el deterioro mental, mejora los problemas de sueño, renueva la función cardíaca, aumenta la memora y la energía, e invierte la relación del colesterol bueno y el malo. Sus resultados empiezan a ser perceptibles tan sólo a los diez días, cuando comienzan a desvanecerse las pecas y las manchas propias de la vejez.

Esta panacea anti vejez existe en Europa desde 1936 y su uso está bastante extendido en Estados Unidos, Francia y Alemania, donde miles de profesionales de la estética la aplican a sus pacientes mediante tratamientos no demasiado costosos, dados los resultados que se obtienen.

Estoy seguro que, de haberlo sabido entonces, Ponce de León se hubiera ahorrado un montón de leguas en sus interminables expediciones por Florida, en busca de la fuente de la eterna juventud.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jejeje! mientras no terminemos balando y comiendo hierba, sera cuestión de probar....

beso