Hace poco hice referencia al extraordinario trabajo que está realizando Tíscar Lara, profesora de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid, advirtiendo de los peligros que tiene el uso inadecuado de las redes sociales entre los más jóvenes y proponiendo fórmulas educativas y de concienciación para conjurarlos.
Hoy os traigo un ejemplo práctico de lo que puede pasar si no nos preocupamos del uso que hacen nuestros hijos de la red.
La imagen que ilustra el post es una circular del Colegio Sagrado Corazón de Sevilla que me llega a través de Marcelino Madrigal.
La dirección del centro informa a los padres de que ha detectado que el “uso inapropiado está interfiriendo negativamente en la convivencia, pues está siendo empleado para verter en las mencionadas páginas fotografías, comentarios, insultos, amenazas, expresiones soeces…, que atentan contra la dignidad y el respeto de algunos miembros de la Comunidad Educativa, además de invadir el ámbito de la privacidad a que toda persona tiene derecho”.
También les advierte de que “el Colegio actuará con acciones educativas orientadas a que el alumnado perciba la gravedad de tales conductas y tomará las medidas correctivas que en cada momento considere oportunas, que pueden ir desde una exclusión temporal del Centro hasta abrir expediente de cambio de centro”.
Y, finalmente, solicita la ayuda indispensable de los padres, porque “entendemos que este problema tendrá muy difícil solución si por parte de las familias no hay una supervisión y un cierto control de esos portales donde sus hijos vierten todo tipo de comentarios y de barbaridades sin la menor conciencia de la gravedad y el daño que pueden causar y de las sanciones que de tales conductas puedan derivarse”.
Al final, siempre acaban pagando justos por pecadores, ya que “está terminantemente prohibido usar y mostrar los teléfonos móviles en todo el recinto colegial (aulas, pasillos, patios, vestuarios, recreos …) y en las actividades extraescolares y complementarias”.
Sigo que pensando que la red nos puede ayudar a cambiar el mundo, que estamos obligados a enseñar a nuestros hijos el bien que nos puede hacer esta incomparable herramienta si sabemos sacarle todo el partido. Que la red es nuestra, pero también es nuestra responsabilidad. Y en la medida en que sepamos ejercerla, la red nos facilitará todo aquello que algún día soñamos para poder cambiar las cosas.
No sé si os sonará a demasiado utópico, pero algunos acontecimientos me muestran verdaderos indicios de que pueden ir por ahí los tiros.
Y además yo creo firmemente en ello. Aunque siga sin gustarme la denominación ni el ideario del colegio.
2 comentarios:
En el uso de las nuevas tecnologías veo un intento de criminalizar el medio. Quizás sea resultado de un miedo atávico a los desconocido.
La culpa al final será de la herramienta en lugar de la forma de utilizarla. En internet, por desgracia, te vas a encontrar lo mismo que en la calle.
En el fondo el problema está en la educación.
Es cierto Markos, Tíscar Lara lleva bastante tiempo insistiendo en este tema y creo que tiene toda la razón. Hay que educar y concienciar.
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