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30 septiembre 2015

Una explosión de violencia impide a los heridos acceder a los hospitales en la República Centroafricana



A pesar de la tensión reinante en toda la ciudad de Bangui (República Centroafricana), los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) se mantienen activos y atienden a todos los heridos que consiguen llegar hasta alguno de los tres centros de la organización médico humanitaria en la capital centroafricana.

En estos últimos tres días se han producido centenares de enfrentamientos, agresiones y represalias en diversos puntos de Bangui. La chispa saltó tras el asesinato de un conductor de mototaxi hace unos días, a lo que se han sumado después varias manifestaciones contra las autoridades y contra las fuerzas armadas internacionales, numerosas barricadas en las calles y el saqueo masivo de edificios y oficinas, algunas de ellas pertenecientes a organizaciones humanitarias.

Los equipos de MSF que trabajan en el campo de desplazados de M'poko, en la maternidad del barrio de Castor y en el Hospital General de Bangui activaron su plan de emergencia para responder al flujo masivo de heridos que comenzó a llegar el pasado sábado. Entre el día 26 y el 28, la organización ha atendido a 181 personas en estos tres centros; 97 de ellas en el Hospital General, que es uno de los pocos centros de referencia de Bangui con capacidad para tratar casos que requieren cirugía y con traumatismos graves.

Thomas Lauvin, coordinador médico de MSF en el Hospital General, ha afirmado que entre el centenar de heridos que han llegado, “unos 15 eran casos graves y otros dos murieron nada más llegar al hospital". A lo que ha añadido que la mayoría “presentaban heridas de bala”, pero también atendieron “a personas que habían sido heridas con armas blancas y por explosión de granadas” y que casi la mitad de los pacientes “han necesitado cirugía".

Por su parte, Emmanuel Lampaert, coordinador general de MSF en la República Centroafricana ha lamentado que "nuestras ambulancias no pueden moverse por la ciudad a causa de la inseguridad” y que están intentando organizar los traslados y los ingresos de pacientes en taxis, pero que, por ahora, “la mayoría de enfermos y heridos tienen que moverse por sus propios medios, ya sea a pie o en moto”. Lampaert ha puesto como ejemplo el caso de que el pasado día 28 “no vino ni una sola mujer a la maternidad de Castor para dar a luz, mientras que en un día normal suele haber hasta 30 partos".

El día anterior, los heridos del barrio de PK5 —enclave musulmán y uno de los principales escenarios de enfrentamiento—, así como de M'poko y Castor, no pudieron llegar al Hospital General, por lo que muchos murieron por falta de atención médica. 

Lauvin explica que a pesar de que los enfrentamientos son de una enorme intensidad, “el número de heridos que llegan hasta nuestros hospitales es extraordinariamente bajo" y que, por desgracia, creen que puede haber “muchas personas con necesidad de asistencia que no tienen forma de llegar hasta aquí”, ya que “la inseguridad impide que alcancen las estructuras médicas y nosotros tampoco podemos salir a buscarlos".

Una consecuencia añadida de la nueva ola de violencia es el aumento del número desplazados internos que buscan protección. En Bangui, muchas personas han abandonado sus hogares y se han ido a los campos de desplazados que ya existían en la capital. El campo de M'poko, colindante con el aeropuerto internacional, ha registrado la llegada de varios miles de nuevos desplazados en los últimos días.

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