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26 agosto 2015

¿Qué ocurre en Parques y Jardines?

El descubrimiento por parte de los trabajadores de mantenimiento despedidos de una furgoneta que pertenece al quinto lote del macrocontrato de conservación de las zonas verdes de Sevilla capital realizando labores en el parque periurbano de La Corchuela, además de poner de manifiesto varias ilegalidades, desvela evidencias preocupantes respecto al Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Sevilla. 

Este servicio municipal debe ser lo más parecido a un Reino de Taifa en lo que a responsabilidad en la ejecución de las labores que tiene encomendadas se refiere, algo que se viene poniendo de manifiesto año tras año, a pesar de los sucesivos escándalos en los que se ha visto envuelto y de las diferentes imputaciones en causas judiciales de algunos de sus responsables.

Ilegalidades porque es contrario a derecho el no subrogar a los trabajadores de mantenimiento de conservación del parque por parte de la nueva adjudicataria del servicio, tal y como establece la ley. Todas las protestas que viene llevando a cabo este colectivo están más que justificadas. El problema lo genera el anterior alcalde, Juan Ignacio Zoido, cuando en el nuevo pliego de condiciones rebajó el número de operarios necesarios de 6 a 1. 

La magnitud del escándalo que destapó en su día la operación Madeja en lo referente a los temas de jardinería de la ciudad aconseja que se den explicaciones sobre este tipo de decisiones y, sobre todo, de quiénes y las causas que adujeron para su adopción. Sobre todo después de que se supiera que en las adjudicaciones fraudulentas de Madeja están implicados algunos funcionarios responsables de los informes técnicos.

Las evidencias son las mismas que están explicadas con todo lujo de detalles en el sumario de dicho caso y que, por lo que se ve, no hay manera humana de acabar con ellas. Si un vehículo perteneciente a un lote de la conservación del arbolado y zona verde de la ciudad de Sevilla está realizando trabajo en una zona que no le corresponde, se pueden sacar dos conclusiones bastante claras. 

La primera es que las empresas adjudicatarias campan a sus anchas y se pasan los contratos firmados con las administraciones por el forro de los caprichos, amén de que los medios ofertados son insuficientes a todas luces. Además, esto de por sí también constituye otra ilegalidad. Y la segunda, y más contundente, es que alguien en el Servicio Municipal de Parques y Jardines no está haciendo bien su trabajo. Lo que con lo que ya ha caído es bastante mosqueante. Porque precisamente dicho servicio es el único responsable de controlar que las empresas contratadas cumplen rigurosamente con lo pactado en los contratos adjudicados.

Y, curiosamente, esas prácticas son viejas conocidas en el Consistorio de la ciudad, que en ningún caso se puede dar por no enterado, ya que son de dominio público desde que estalló la operación Madeja y salpicó de lleno al corazón de Parques y Jardines. Lo de utilizar medios y personal de unos lotes en otros distintos para reducir costes y, por tanto, obtener mayor tajada no es nada nuevo y no hace sino poner de manifiesto que los responsables de controlar los trabajos por parte del servicio municipal están mirando para otro lado, cuando no algo mucho peor.

Estas prácticas que vulneran la legalidad ya se pusieron de manifiesto durante las investigaciones realizadas por la UCO en el caso Madeja, que dejaron en evidencia que eran bastante generalizadas, y en las que estaban implicados algunos altos funcionarios del Ayuntamiento. El hecho de que se sigan repitiendo con el paso del tiempo y después de lo que los sevillanos nos hemos tenido que tragar demuestra que el descontrol sigue instalado en la Avenida Moliní sin que al parecer nadie sea capaz de atajarlo de una vez por todas. 

Mucho trabajo le queda por delante a la nueva corporación municipal. Primero solucionar el grave problema generado a unas familias que ha visto pisoteados con descaro los derechos que les corresponden por ley. Segundo poner orden en un servicio fundamental para una ciudad como Sevilla, tan necesitada de un arbolado que ha sufrido esquilmaciones degradantes en los últimos años. Por último, tal como manifestó en campaña electoral el hoy alcalde, Juan Espadas, eliminar la figura del macrocontrato como forma de gestión y remunicipalizar un servicio que por su importancia debería de ser el emblema de la ciudad.

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