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21 agosto 2015

Poblaciones enteras huyen de la violencia de Boko Haram

Desde mayo de 2013, los ataques de Boko Haram han provocado un desplazamiento generalizado y una creciente crisis humanitaria en la región del lago Chad. Según cifras de ACNUR, hay cerca de 1,4 millones de desplazados internos tan solo en el noreste de Nigeria. Unas 170.000 personas han huido a países vecinos; 56.000 a Camerún, 14.000 a Chad y 100.000 a Níger. Los muertos en lo que va de año han sido al menos 1.300 personas.

Médicos Sin Fronteras (MSF) informa en un comunicado que muchas de las víctimas son niños. También se producen múltiples casos de secuestro y abusos sexuales de mujeres y niñas. Los desplazados han buscado refugio y servicios básicos en las comunidades locales, cuyos recursos ya eran escasos.

La organización médico humanitaria ha desplegado equipos médicos para ayudar a las poblaciones desplazadas y a las comunidades locales en los cuatro países afectados. La inseguridad sigue siendo el principal obstáculo para operar con seguridad, mientras que la temporada de lluvias está generando problemas logísticos adicionales.


En Camerún decenas de miles de personas huyen de la violencia

En Camerún, la situación de seguridad a lo largo de la frontera con Nigeria sigue siendo inestable, con incursiones y ataques regulares de Boko Haram. Siguen llegando refugiados a diario al campamento levantado por las autoridades nacionales en la región del extremo norte. El 22 Y el 25 de julio pasados, se produjeron dos atentados suicidas en la ciudad de Maroua que produjeron un gran número de víctimas mortales.

Esther, una nigeriana de 24 años, relata cómo combatientes de Boko Haram “atacaron nuestro pueblo en medio de la noche y mataron a varias personas, entre ellas a mi padre y a una de mis hermanas”. Trataron de huir, pero sufrieron nuevos ataques mientras estaban en la carretera. Su madre y su hermana tuvieron que quedarse atrás. Esther espera encontrarlas algún día. “Llegué a Camerún con mi hija de 9 meses y mi hermana de 14 años después de caminar durante dos días", añade.


Unos 45.000 refugiados viven actualmente en el campamento Minawao, en el norte de Camerún, donde MSF colabora con las autoridades nacionales y otros organismos humanitarios para prestar atención sanitaria primaria y proporcionar agua y tratamiento para la desnutrición. Actualmente, MSF proporciona el 55% del agua del campo y realiza más de 2.300 consultas médicas al mes.

Según la organización médico humanitaria, entre 100 y 200 refugiados nigerianos llegan cada día a este campamento. A causa de las continuas incursiones y ataques de Boko Haram, 90.000 cameruneses de la zona fronteriza con Nigeria también se han visto obligados a huir de sus hogares. 

Samuel, un nigeriano de 45 años, relata que Boko Haram secuestró a suesposa y dos de sus hijos y los encerraron en una de sus cárceles. “Mi mujer logró escapar y está intentando unirse a mí y llegar hasta aquí, a Minawao, pero no tengo ninguna noticia de mis hijos. Ni siquiera sé si todavía están vivos", denuncia. "Quemaron nuestra casa y se llevaron todas nuestras vacas y propiedades", añade.

Deterioro médico y nutricional

Semanas e incluso meses después de haber emprendido la huida, muchos de los refugiados y desplazados siguen en condiciones de extrema vulnerabilidad, sin suficiente comida, refugio y sin acceso a una adecuada atención médica. Las precarias condiciones de vida que afrontan representan un riesgo adicional para la salud en una región frecuentemente afectada por la inseguridad alimentaria y donde el acceso a la asistencia sanitaria ya es limitado. 


Con la llegada de la temporada de lluvias, los equipos de MSF han detectado un incremento de pacientes con malaria. Además, a causa de la imposibilidad para el cultivo, en los últimos meses se ha producido un aumento importante en los ingresos en los programas de nutrición. El número de niños tratados en el centro de nutrición terapéutica de MSF en Mokolo se ha más que triplicado desde mayo.

Hassan Maiyaki, coordinador general de MSF en Camerún, ha aseverado que cada vez se producen más ingresos en dichos programas contra la desnutrición. Están reforzando el apoyo al centro de nutrición terapéutica intensiva en el hospital del distrito de Mokolo, donde ofrecen atención pediátrica y nutricional a los refugiados, los desplazados internos y la población local.

Maiyaki asegura que "el aumento de las admisiones es una primera señal de advertencia". "Para responder a las necesidades, estamos reforzando nuestra capacidad de tratar niños con desnutrición en el hospital de Mokolo, y también estamos empezando a ofrecer atención nutricional intensiva en el hospital de Kousseri", añade.

El cólera es endémico en Camerún, con brotes que se producen casi todos los años, pero los refugiados son particularmente vulnerables por el hacinamiento al que se ven forzados a vivir y el acceso limitado al agua potable en el campo de Minawao. El pasado 18 de agosto, los equipos de MSF, en colaboración con el Ministerio de Salud, pusieron en marcha una campaña de vacunación masiva que durará un mes para proteger a 58.000 personas, —incluidos refugiados nigerianos y población camerunesa que vive alrededor de Minawao—, de enfermedades transmitidas por el agua. Los 28 equipos también vacunarán contra el tétanos a 14.600 mujeres en edad reproductiva y realizarán una evaluación para la desnutrición aguda de todos los niños menores de cinco años.


El campo de Minawao está situado en una región desértica donde el agua es muy escasa. MSF proporciona actualmente el 55 % del total de agua suministrada en el campo, un abastecimiento que se realiza por carretera desde la ciudad de Mokolo, a unos 40 km de distancia. Actualmente, los refugiados en el campo tienen un promedio de 16 litros por persona por día, pero la constante llegada de refugiados de la vecina Nigeria aumenta las necesidades de provisión de agua potable.

MSF también está presente en Kousseri, en la frontera con Chad, donde decenas de miles de desplazados se encuentran diseminados por toda la ciudad. Para responder a sus necesidades, los equipos de MSF están proporcionando apoyo quirúrgico al hospital y también está comenzando a prestar atención pediátrica para tratar la desnutrición y la malaria.

Ataques aleatorios contra civiles en Nigeria

El Estado de Borno sigue siendo el epicentro del conflicto actual en Nigeria. La situación es extremadamente volátil y tensa. Se producen ataques aleatorios con regularidad, sobre todo contra los civiles. 

Fátima, de 45 años, recuerda que Boko Haram atacó su pueblo por la noche, “sobre las 10 entraron hombres armados en las casas y las quemaron. Muchas personas murieron”. Secuestraron a su hermana y “no he sabido nada de ella desde entonces”. Huyeron hacia el bosque y tuvieron que caminar 24 horas “hasta que encontramos una carretera y transporte hasta Maiduguri".

Alrededor de 400.000 personas viven hoy en dicha ciudad, capital del estado de Borno. Muchas de ellas cuentan con el apoyo de las comunidades locales, mientras que aproximadamente 100.000 viven en 22 campamentos alrededor de la ciudad. 


Aisha, una desplazada de 55 años en el campamento del Centro de Entrenamiento Federal (FTC) explica que viven 12 personas en una tienda de campaña y que “no tenemos otra opción". "La tela está rota y el interior de la tienda está lleno de polvo e insectos. Todo se moja cuando llueve", añade.

MSF ha abierto tres clínicas de atención primaria, que asisten a alrededor de 35.000 personas en Nigeria. La organización también dirige un hospital de 72 camas en Maimusari, que incluye una unidad de maternidad de 12 camas, y 60 camas para las unidades de pediatría, nutrición y cuidados intensivos. Los hospitales locales también reciben donaciones regulares para poder hacer frente a los numerosos heridos que llegan tras los ataques con bombas.

Inseguridad en la región del lago en Chad

En el Chad, la inseguridad en la región del lago mostró un marcado aumento en julio. Los ataques de Boko Haram se hicieron más frecuentes y, en respuesta, el ejército de Chad ha ampliado su presencia en la zona. 

Se calcula que en las últimas dos semanas el número de desplazados ha aumentado en 40.000, que se reúnen en varios campamentos improvisados en los distritos de Baga Sola y Bol. 

Mahamad, de 57 años relata que "el otro día oí algunos disparos en un pueblo cercano y hui con mi esposa y mis ocho hijos". Cuenta cómo a muchos de ellos les quemaron sus casas y se siente afortunado por "no haber perdido a ningún conocido”, pero asegura que “solo tenemos alimentos para comer una vez al día".


Desde marzo, MSF ha estado trabajando en la región y dirige clínicas móviles próximas a Baga Sola, mientras apoya al Ministerio de Salud de Chad en Tchoukoutalia. También hay equipos proporcionando atención de salud mental en el campo de refugiados de Dar Es Salam en Baga Sola, hogar de alrededor de 7.000 refugiados procedentes de Nigeria y Níger, según cifras oficiales. En respuesta a la última ola de desplazamientos, MSF ha puesto en marcha una clínica móvil en Yakoua y pronto iniciará otra en Koulkimé.

Federica Alberti, coordinadora general de MSF en Chad, afirma que las mujeres y los niños “son especialmente vulnerables en esta situación y las necesidades médicas en general son elevadas". Además advierte de que algunas mujeres embarazadas “han caminado varios kilómetros bajo el calor abrasador en busca de atención médica” y que la gente vive “sin un refugio adecuado y no tiene acceso a alimentos o agua potable”. “Debido a las duras condiciones de vida y a la época de lluvias, ya estamos tratando a pacientes con diarrea, paludismo e infecciones respiratorias, así como a niños desnutridos", añade.

En Yamena, la capital, MSF prestó apoyo a hospitales del Ministerio de Salud después de los ataques suicidas con bombas que tuvieron lugar el 15 de junio y el 11 de julio. Desde abril, la organización médico humanitaria ha estado formando a personal del Ministerio de Salud en la gestión de víctimas en masa, con el fin de ayudar a aumentar la capacidad nacional para responder a situaciones de emergencia.


En Níger la escalada del conflicto hace estragos

En el sudeste de Níger, la ya frágil situación humanitaria se ha visto agravada por la escalada del conflicto y las consiguientes oleadas de personas que huyen de la violencia. Las condiciones de vida de esta población de desplazados y refugiados, con escaso acceso a la salud, agua e instalaciones sanitarias, son críticas. La situación podría empeorar aún más durante el período de escasez, cuando las reservas de alimentos de la comunidad se reducen drásticamente entre cosechas. 

Este año, el efecto combinado de la violencia y la adopción de medidas restrictivas están afectando al comercio y hace que los alimentos sean aún más escasos. Por otra parte, la temporada de lluvias está provocando un aumento de las enfermedades transmitidas por el agua como la malaria y la diarrea, que, combinadas con la desnutrición, son particularmente peligrosas para los niños pequeños.


Para mejorar el acceso a los servicios de salud, Médicos Sin Fronteras está apoyando el principal centro médico materno infantil en la ciudad de Diffa, así como seis centros de salud en los distritos de Diffa, Nguigmi y Bosso. En paralelo, gestiona clínicas móviles en dos campos de desplazados internos en la región de Diffa, realiza actividades de acceso al agua y saneamiento y distribuye 25.000 mosquiteras.

Alrededor de Diffa, los equipos de MSF están prestando asistencia a aproximadamente 28.000 refugiados recién llegados de Nigeria a Chetimari, Gagamari y Assaga. Los centros de salud locales están desbordados y el acceso al agua y al saneamiento es a menudo insuficiente. Desde el inicio de las actividades, MSF ha llevado a cabo más de 30.000 consultas, incluyendo unas 20.000 a niños menores de cinco años.

Fotografías: Tristan Pfund y Naoufel Dridi para MSF.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Verdaderamente dramático...