En
aquel “congreso
procesión” del PSOE-A celebrado en Sevilla en el que José Antonio
Griñán fue elegido secretario general del partido y Manuel Chaves lloró como un
niño al que le acaban de quitar su pelota, el nuevo líder de los socialistas
andaluces apostó por la renovación y, de una forma especial, por propiciar el
relevo generacional en las filas del partido.
Fue
por esa causa que en la nueva ejecutiva regional andaluza surgida de aquel
cónclave los puestos de mayor peso específico recayeron sobre gente muy joven a
las que los más veteranos tildaron incluso de inexperta y que crearon no poca
intranquilidad en más de uno por el hecho de dejar en sus manos la conducción
de la federación más poderosa del PSOE.
Hoy,
durante la celebración del debate del Estado de la Comunidad, el presidente de
la Junta, José Antonio Griñán, ha puesto la guinda final a aquel propósito al
anunciar que no optará a la reelección como candidato y que va a proponer a su
partido la limitación a dos mandatos de la permanencia en el cargo. El asunto
ha sorprendido a todos por inesperado y por el momento en que se produce.
El
propio Griñán ha afirmado a su llegada al parlamento que no es una decisión
tomada a la ligera, sino que ha sido “muy,
muy pensada”. Lo que no ha dicho es que tendrá consecuencias y tampoco ha
desvelado las claves que encierra. Porque además del relevo generacional y de
aquello de predicar con el ejemplo, la marcha del presidente tiene otras
lecturas en muy diversos ámbitos.
La
primera de ellas es la clave interna en un aparato como el del PSOE donde casi
nada es fruto de la casualidad. Fuentes cercanas al líder andaluz aseguran que
la decisión se ha tomado pensando en el ámbito de Andalucía y no en Madrid. Aunque
es cierto que, como ha reconocido Odón Elorza en Twitter, es una decisión
valiente que “tendrá
derivadas”.
Griñan
pactó un calendario con Rubalcaba, pero como afirma un destacado dirigente
sevillano, su salida lo cuestiona, porque “es insufrible y nos estamos
desangrando”. De alguna manera el andaluz le está enseñando la puerta de salida
al secretario general, por mucho que desde
Madrid aseguren que no les afecta.
La
otra clave es el socio de gobierno, Izquierda Unida, que ha sufrido un
cambio en la dirección durante su recién celebrada asamblea de
Andalucía. Antonio Maíllo, el nuevo coordinador general, ha irrumpido con mucha
fuerza, pero no forma parte del Gobierno andaluz. Además está la decisión
aprobada en la asamblea de discutir con la militancia los presupuestos
andaluces de 2014 durante su tramitación parlamentaria. “Eso nos lo tenemos que comer nosotros”, afirman fuentes muy
cercanas al presidente.
Y la
tercera cuestión es la presión a la que se ve sometido el presidente por el
escándalo de los ERE. Con esta maniobra, Griñán deja sin diana al PP andaluz.
Se quita de encima el punto de mira y es como si les robase la escopeta a los
populares. Entre otras cosas porque el nombre de su más que previsible
sucesora, la actual consejera de Presidencia, Susana Díaz, no aparece ni por
asomo en ninguno de los miles de folios del mayor expolio de la historia a las
arcas de la comunidad.
Con
este panorama, en la reunión urgente de la ejecutiva que se celebrará mañana se
convocarán las primarias para el mes de julio. Veteranos dirigentes del
partido en Andalucía descartan que se presente otro candidato diferente al que
ya está en la mente de todos: Susana Díaz. “Puede que lo haga algún outsider
que busque su minuto de gloria” —aseguran— “pero ninguno con el peso específico
suficiente”. Los militantes elegirán en el verano a la que con toda
probabilidad será la primera presidenta de la junta de Andalucía. Lo único que
queda por determinar es cuándo se producirá el anunciado relevo.
La foto es de El País.
La foto es de El País.
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