El
problema de Sánchez Gordillo no es que tenga la manía de mostrar en público sus
desavenencias con la dirección. Nada de eso. El problema es que pueda tener cierta
razón y canalice las quejas de la militancia en un momento en que las
direcciones políticas tampoco es que estén como para tirar cohetes en sus
relaciones con las bases.
Puestos
a analizar en términos de coherencia, Gordillo no anda muy descaminado.
Encarnación Milla, la portavoz de IU en el Ayuntamiento de Carmona que encabeza
la lista alternativa impulsada por la gente del alcalde de Marinaleda, lo
expresó de manera muy tajante en rueda de prensa. “No podemos gestionar
recortes mientras gobernamos y a la vez movilizarnos en las calles para
combatirlos, es una contradicción”, afirmó.
Y no
le falta razón. Debe de ser un trago de difícil digestión para un político que
afirma representar a la clase obrera encontrarse en el Parlamento andaluz con
los trabajadores de Delphi y aguantar que te recriminen y tilden de traidor,
acusándote de haberlos abandonado a su suerte. Gordillo reconoció ante la
prensa el fuerte impacto que le provocó vivir esta situación.
De
ahí que el líder jornalero pida con contundencia un referéndum entre las bases
que ratifique la actuación de la formación al frente del Gobierno autonómico.
La federación de izquierdas está intentando articular un mecanismo
participativo para que sus bases canalicen el descontento que puedan tener. Es
uno de los debates más sesudos de esta asamblea.
Parece
claro que los presupuestos de la Junta de Andalucía para 2014 pasarán antes por
la criba participativa de las asambleas de base de IU. Lo que todavía no se
sabe a ciencia cierta es cómo se canalizarán las aportaciones de los militantes
para que acaben en forma de propuestas a negociar con el socio de gobierno.
Parece ser que la vía por la que se opta es una comisión encargada de encajar
las propuestas recibidas en el documento a negociar con el PSOE.
Esta
no es una cuestión baladí, puesto que el presupuesto del año próximo no saldrá
del cuerno de la abundancia. Todo lo contrario, se acepta como algo
incuestionable, ya que en el próximo ejercicio la Junta se verá obligada a
aplicar nuevas políticas de ajuste. Es una cuestión de aritmética, como asegura
un destacado dirigente de la formación de izquierdas.
Pero
la gente no acaba de asimilar muy bien aquello de la “política de resistencia”
que pregonan desde la cúpula. Sobre todo porque la parte más dura de soportar
esa resistencia siempre recae sobre los mismos. Sobre los que ya están hartos
de aguantar, o de resistir, como se dice ahora.
Esta
pirueta de equilibrismo político casa bastante mal con la pretensión de
convertirse en el eje articulador de una gran mayoría social que empuje el
cambio radical que este país necesita, tal y como pretenden. La dualidad de
hacer política en las instituciones y movilizarse en la lucha en las calles no
es de fácil combinación. De no conseguirlo, pocas salidas se vislumbrarían con
más claridad que una posible ruptura del pacto de gobierno.
Es
el oxímoron que cuadra el círculo que ahora deben resolver quienes marcan los
pasos de una organización política que no para de crecer en expectativas de
voto y a la que todos auguran un futuro más relevante aún del que desempeña en
estos momentos.
1 comentario:
Buen post !
Mark de Zabaleta
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