La mañana
del sábado se presentó desapacible, como han sido los últimos días en Sevilla.
En la Alameda de Hércules el sol jugaba con los viandantes a esconderse y
desaparecer a su antojo y el fuerte viento anunciaba rumores de lluvia. Poco
antes del mediodía la gente se apiñaba en las terrazas de los bares para
aprovechar la fugacidad de los rayos solares mientras saboreaba el café
matutino.
Justo
delante de la comisaría de Policía un grupo de poco más de 30 personas
preparaba las pancartas y los artilugios sonoros para una manifestación. Eran
los miembros de varias corralas y protagonistas de ocupaciones familiares de la
provincia de Sevilla, que tenían previsto marchar hasta el Parlamento de
Andalucía para protestar por su situación y pedir su regularización.
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