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16 marzo 2013

La guerra de los techos


Mientras el drama se extiende por ciudades y pueblos, los políticos se esmeran en perfeccionar la anacrónica política del avestruz. Y Sevilla, la ciudad que vive estancada en su propio ombligo, no iba a ser inmune a tan cruel azote.

Familias enteras son expulsadas de sus casas como consecuencia de la plaga de exterminio de una crisis que no han provocado, mientras se dilapidan millones de euros de dinero público en salvar a una banca usurera y codiciosa que nos ha arrastrado a todos hacia el lodo de la miseria.  Y al tiempo que ese drama se expande como una epidemia letal, nuestros políticos siguen optando por la ya clásica actitud de mirar hacia otro lado.

En la capital hispalense las corralas proliferan como la maleza en suelo fértil. Hay necesidades que no pueden esperar, sobre todo si son los hijos pequeños los primeros damnificados de los errores de los adultos. Los políticos no quieren enterarse. Ante la dejadez y el abandono no cabe otra cosa que rebelarse y luchar. Y a eso se agarra la gente como a un clavo ardiendo.

El alcalde, Juan Ignacio Zoido, ya ha manifestado públicamente que está en contra de las ocupaciones, no le gusta eso de que personas asoladas por la desesperación le echen valor al asunto y se metan en viviendas inutilizadas desde hace años antes que verse abocadas a vivir en la calle como indigentes. Al alcalde no le agrada que la gente defienda su dignidad de personas con las pocas herramientas de las que dispone.

Tampoco quiere adherirse al Fondo Social de Viviendas para desahuciados, que permite el acceso a esas miles de viviendas que agonizan inservibles en los balances de las entidades bancarias que nos han llevado a la quiebra, a cambio de un alquiler social. En la ciudad hay ya disponibles 43 inmuebles listos para adherirse a esta fórmula de suma urgencia. Aduce que su equipo “está estudiando otras medidas”. Hasta ahora se desconoce cuáles.

Pero mientras el alcalde impone la espera a mazo y martillo, los datos que hace públicos en Consejo General del Poder Judicial son demoledores y ponen de manifiesto una realidad incuestionable: no hay lugar para la espera. Hay que actuar ya y solucionar los problemas de la gente con eficacia.

No es de recibo que tenga que ser Europa, veinte años después, quien venga a decirnos en una sentencia que nuestros políticos han estado practicando la política del avestruz durante dos décadas, mientras los ciudadanos pagan sus terribles consecuencias en sus propias carnes. Y, cómo no, la peor parte se la están llevando los más débiles.

Como máximo dirigente de la ciudad que le designó para que la dirigiese, Zoido tiene un responsabilidad directa que no puede eludir: el bienestar de los sevillanos. Aquella ciudad que dijo que iba a estar al servicio de sus habitantes durante la campaña electoral es la que ahora se ve obligada a efectuar este tipo de acciones ante la inoperancia de quienes deberían solucionar problemas tan básicos.

En medio de una terrible crisis como la que nos sacude es de una irresponsabilidad incalculable desmantelar el parque social de viviendas que gestionaba OTAINSA. En estos momentos hubiera sido una herramienta valiosa a la hora de aliviar muchos de los problemas que nos acucian. Y sin embargo se hizo por motivos políticos, sin importar las consecuencias que pudiera conllevar. Ahora estamos pagando los réditos de este tipo de decisiones, además con una crueldad inusitada.

Mientras los políticos sigan ofreciendo este vacío de soluciones, este páramo inhóspito ante la desilusión, la guerra de los techos continuará. Y cada vez se alistarán más soldados a ese ejército invisible. Sencillamente porque la desesperación suele ofrecer escasas salidas, señor alcalde.

Artículo publicado en sevilla report.

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