“Cargar con porras y disparando balas de goma o de impacto
reiteradamente contra manifestantes que no parecen representar ninguna amenaza
y que mantienen sus manos en alto” con estas y otras palabras describe el
informe que Amnistía Internacional
ha hecho público titulado “Actuación
policial en las manifestaciones en la Unión Europea” la forma de proceder
de las fuerzas de orden público durante las manifestaciones de protesta que se
han multiplicado durante los últimos meses. Nadie está a salvo de estos
desmanes, ni siquiera los periodistas que acuden a realizar de manera
profesional su trabajo.
Los abusos cometidos por las fuerzas del orden que se
describen y documentan son contundentes y demuestran que eso tan traído y
llevado del Estado de Derecho no es más que una cantinela inútil cuando de
enfrentarse a una porra en el transcurso de una protesta se trata. Se relatan
incluso agresiones en cabeza y cuello que causaron graves lesiones
perfectamente documentadas tanto con imágenes como con testimonios de testigos
directos.
El denominador común de todos los casos no es otro que la
total impunidad de sus autores a la hora de rendir cuentas ante las
autoridades, casi siempre por imposibilidad de llevar a cabo su identificación.
Es lo que le ocurrió a Ángela
Jaramillo, de 58 años de edad, cuando acudió el 4 de agosto de 2011 a una
concentración a las puertas del Ministerio del Interior en Madrid. Se
encontraba junto a un banco durante la carga policial que se produjo y una
agente la golpeó en la cara con su escudo y la hizo caer sobre un banco, golpeándola
después con la porra en la rodilla izquierda y causándole una lesión por la que
necesitó atención médica.
Ángela formuló denuncia por la agresión el día 5 de agosto
de 2011 aportando incluso imágenes e informes médicos. El 15 de marzo de 2012,
un juzgado de Madrid resolvió de manera definitiva no admitir la denuncia
porque la agente responsable no había podido ser identificada. Tres meses más
tarde, el 15 de junio pasado, Ángela falleció de un ataque cardíaco sin poder
ver el sueño de que se hiciera justicia en su caso.
Es conveniente leerlo íntegro para calibrar en su justa
medida lo que se preocupan por los ciudadanos quienes están encomendado a
preservar su seguridad y protegerles. Y eso que ellos también han sufrido los
duros recortes del Gobierno. No me quiero imaginar qué hubiera pasado si les
hubiesen primado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario