Fue el siempre inefable Carlos Mármol quien hizo saltar
la alarma el domingo pasado con un
imperdible artículo en el que explicaba bien a las claras las intenciones
del gobierno de la nación con respecto a su concepción de las competencias de
los ayuntamientos y los servicios que prestan a sus ciudadanos, que se verán
recopiladas en la nueva Ley de Reforma de la Administración Local.
Hoy, Mario Daza lo confirma plenamente en
una noticia publicada en El Correo de
Andalucía. El proyecto iba a ser presentado en la Comisión
Nacional de Administración Local de finales del pasado mes de junio, pero fue
retirado del orden del día con la intención de modificar algunos puntos
polémicos, los referentes a ciertas competencias, pero manteniendo los que
exigen garantías financieras para sobrevivir.
Los servicios públicos municipales,
hasta ahora enfocados a cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos
pasarán irremisiblemente a manos del mercado. Todo aquello que produzca déficit
será puesto en venta. Privatizado. La única posibilidad de salvación es
plantear un plan de viabilidad que garantice a finales de 2014 el déficit cero
en las empresas.
Algo que todos sabemos imposible si no
es con sacrificios inasumibles o para los ciudadanos, que tendrían que pagar a
coste real los servicios recibidos, o para los trabajadores de las empresas,
que verían mermados -y de qué manera- tanto sus salarios como sus condiciones
de trabajo. Todo ello sin hablar de las disminuciones de plantilla que conllevaría
mediante despidos y de que la experiencia ha demostrado sobradamente que la
merma en la calidad del servicio prestado sería considerable. El lobo se
arranca al fin la careta de cordero y muestra sus verdaderas fauces.
La normativa en cuestión, tal y como
aclara El Correo de Andalucía, fue amparada por el Alcalde de Sevilla, Juan
Ignacio Zoido, cuando todavía era presidente de la Federación Española de
Municipios y Provincias (FEMP) y supone un cambio radical en el modelo de
sociedad que conocemos hasta ahora.
Porque los servicios públicos responden
por lo general a la necesidad de dar cobertura a determinados derechos
ciudadanos. Si también acabamos monetizando esto la fractura social será del
todo irreparable y podremos comenzar a hablar sin temor a equivocarnos de
ciudadanos de primera y segunda clase. Y menos mal que el Alcalde prometió por
activa y por pasiva en la campaña electoral que no tocaría las empresas
municipales.
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