Marcus Druery, un afroamericano de 32
años, será ejecutado en Texas el 1 de agosto por un asesinato cometido en 2002,
a pesar de que le han diagnosticado en varias ocasiones esquizofrenia, con
síntomas tales como delirios y alucinaciones auditivas.
Druery fue condenado a muerte en
diciembre de 2003 por el asesinato de Skyyler Browne, un compañero de estudios
de la Escuela Técnica Estatal de Texas, en Waco, que murió por arma de fuego en
Bryan, Texas, el 30 de octubre de 2002.
Sus abogados están tratando de
conseguir una vista judicial completa para determinar si es “apto” para ser
ejecutado en virtud de la ley estadounidense, es decir, si comprende
racionalmente el motivo y la realidad de su ejecución inminente. Para ello han
presentado pruebas convincentes de que su defendido sufre una grave enfermedad
mental, que incluye esquizofrenia paranoide, con los síntomas antes
mencionados.
Las propias autoridades penitenciarias
de Texas han diagnosticado que Druery sufre una grave enfermedad mental. En
2009 le diagnosticaron la esquizofrenia y lo ingresaron en la unidad
psiquiátrica de la prisión para recibir tratamiento como paciente interno. Por
aquel entonces se señaló que sufría las alucinaciones auditivas y “pensamientos
psicóticos”, como por ejemplo la creencia de que cumplía una “condena de un
mes”.
Durante 2009 empezó a referirse a algo que llamaba "opciones", pero no está claro qué era lo que quería decir. Al año siguiente, varios miembros del personal de salud mental señalaron en distintas ocasiones que sus procesos de pensamiento eran "paranoides", "delirantes" e "ilógicos", y se reafirmó el diagnóstico de esquizofrenia.
Entre las quejas que presentó por
escrito a las autoridades penitenciarias durante aquel año, Marcus Druery decía
que su cuerpo había sido "manipulado silenciosamente", que creía que
permanecía recluido "incluso después de que se concedieran numerosas
opciones", o que le habían sometido a "escuchas en 2008".
"Permanezco recluido continuamente
sin motivo en una celda con micrófonos donde se oye todo lo que digo y hago y
se graba todo lo que digo […] Es muy peligroso estar en una prisión con
escuchas así. He sufrido innumerables lesiones a causa de toda esta situación.
¡¡¡Mi libertad NECESITA ser más INMEDIATAMENTE INMEDIATA!!!", escribió.
Después ha seguido insistiendo en que
le han puesto "escuchas" y en mayo de 2012, una neuropsicóloga
especializada en esquizofrenia y contratada por los abogados defensores lo
entrevistó y examinó. Su conclusión fue que Druery sufre esquizofrenia
paranoide, que este trastorno mental surgió cuando tenía entre 25 y 30 años, y
que "la gravedad y la naturaleza" de su enfermedad "le privan de
una comprensión racional de la relación entre su delito y su castigo".
El 24 de julio pasado, un juez de
primera instancia de Texas denegó una moción para que se celebrara una vista
completa sobre la aptitud mental del condenado, decisión que ha sido recurrida.
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