Sevilla continúa lacerada
por el paro y aquí seguimos agarrados al mismo modelo de siempre. Nuestros
dirigentes parecen incapaces de concebir una idea más allá de la de recurrir al
urbanismo como panacea de las soluciones de nuestros males endémicos. La
cultura del pelotazo está tan interiorizada que somos incapaces de
desprendernos de ella incluso cuando nos encontramos en una situación de
auxilio permanente.
Zoido, que se autoproclamó el alcalde del empleo, ha vuelto
a lo de siempre; convertir el urbanismo en la fuente de ingresos por excelencia
de un Ayuntamiento en situación precaria. En esa frontera parece que se diluyen
todas las ideas de nuestros regidores. Los cambios
en el PGOU para permitir la implantación de un nuevo centro comercial en el
edificio de La Gavidia y para la construcción de un parking en la Alameda son
los últimos resortes movidos en este sentido.
Hay una palpable diferencia entre generar empleo y comprarlo al precio que sea. Algo que a nuestros políticos les cuesta entender. El
caso de Ikea es más que ejemplarizante. No sólo exige unas condiciones
urbanísticas que obligarán al Ayuntamiento a
bordear la ley en vigor, sino que
además consigue que se prioricen inversiones que le favorecen por encima de los
intereses de los ciudadanos. El hecho de que se desvíen algo más de 29
millones de euros destinados a necesidades
de barrios sevillanos a la construcción del tramo de la SE-35 que necesita
la multinacional sueca para implantar su centro comercial lo demuestra de sobras.
La necesidad del Alcalde de conseguir algún resultado en la
parcela que fue la estrella durante su campaña electoral, el paro, se impone en
este tipo de decisiones. Ya desde el inicio de su mandato, Zoido, que prometió
que lo de Ikea se solucionaba en quince días, lleva dándole vueltas al asunto
durante casi un año sin que haya encontrado aún la salida. Pero las condiciones
del gigante del mueble continúan
imperturbables, a sabiendas que su chantaje con un tema tan sensible en
esta tierra como es el empleo dará al final los resultados esperados. Y al
parecer no
van tan descaminados.
Después tendría cabida alguna reflexión sobre la calidad de
ese empleo y sobre las condiciones en las que se produce. Las andanzas de la
multinacional sueca son de sobras conocidas y los escándalos de los que se han
hecho eco los medios de comunicación en los que se ha visto involucrada nada
despreciables. Los últimos, el caso del espionaje a sus trabajadores denunciado
en Francia y la reciente revelación de la utilización
de presos de Cuba y la extinta RDA para la fabricación de sus productos. O
sea que de angelitos, nada de nada.
El urbanismo sigue siendo la estrella de la política
municipal, a pesar de la ingente cantidad de cadáveres gigantescos y con enorme
costo para las arcas consistoriales que va dejando a lo largo la geografía
urbana de Sevilla. Véase si no el Estadio Olímpico, la Biblioteca del Prado y
casi todo el legado de la Expo’92. Dinosaurios de hormigón y acero que pagamos
todos los sevillanos a precio de oro y ahora yacen olvidados “en el ángulo oscuro"
de la ciudad eterna.
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