“Mierdas hasta que les metamos un plomaso en la cabeza se
van a quedar quietos”. Es el contenido literal del mensaje de texto que recibió
el pasado 26 de abril en Tegucigalpa una voluntaria europea del Proyecto de Acompañamiento Internacional en Honduras
(PROAH). El mismo que han recibido diferentes personas a las que PROAH ha
acompañado durante los últimos meses.
Cuatro días antes, el 22 de abril, otra voluntaria también
europea había recibido otra amenaza similar mediante un texto en el que se
nombraba a personas a las que PROAH ha acompañado. “Por quién empezamos […]
–decía- El fin no altera el producto”.
Las voluntarias, una francesa y otra británica, se dedican a
proteger, mediante el acompañamiento, a personas y a miembros de organizaciones
de derechos humanos de Honduras que corren peligro de ser atacados. Ahora su
seguridad corre un serio peligro.
Ambas amenazas fueron denunciadas a las autoridades
hondureñas el 30 de abril y estaban firmadas por “CAM”, el acrónimo del
tristemente conocido Comando Álvarez Martínez, un pseudónimo utilizado
anteriormente en amenazas contra activistas
de derechos humanos y periodistas
en Honduras.
El tal Álvarez
Martínez fue general de las fuerzas armadas hondureñas entre 1982 y 1984,
periodo en el que se cometieron graves abusos contra los derechos humanos, y
los grupos locales de derechos humanos lo relacionan con escuadrones de la
muerte paramilitares que actuaron durante esos años.
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