Ayer no fue un día diferente en las setas. El calor fue igual de agobiante o más que en las jornadas precedentes y los asistentes se fueron incorporando con la misma y cadente frecuencia que la tarde anterior. La jornada estaba dedicada a la intervención social, ahí es nada.
En el improvisado salón de conferencias al amparo de la seta
solitaria de la antigua Plaza de la Encarnación se impartía un Taller de
diagnóstico de la realidad a cargo de José Hermosilla, profesor de la Facultad
de Ciencias sociales de la Universidad Pablo de Olavide e Irene, trabajadora
social especializada en Lay de Dependencia.
Fue el profesor el encargado de iniciar el turno de palabra
afirmando que todos estamos haciendo intervención
social en todo momento “aunque no seamos conscientes de ello” y que “el
concepto de exclusión social está íntimamente ligado al concepto de cohesión
social”.
Hermosilla explicó que una sociedad
cohesionada es la que tiene una visión compartida entre la ciudadanía y su
gobierno, con unas políticas y unos procesos de inclusión social y que cuando
se rompe la cohesión social también hay intervención social, “pero en
negativo”. Para él, el principal mecanismo de cohesión social en la sociedad
actual es el empleo y luego la educación, sin olvidar la titularidad de
derechos y el sentido de pertenencia a la comunidad.
A esas alturas de la tarde, ya eran más
de medio centenar de personas la aglutinadas alrededor de la mesa espartana
desde la que los intervinientes lanzabas sus ideas y protestas. El calor no
daba tregua y la gente buscaba líquido con el que refrescarse del modo que
fuera. Incluso había un chico que transitaba entre la gente ofreciendo agua en
una botella de plástico de a litro.
El profesor continuó su intervención
afirmando que la titularidad de derechos y el empleo son los principales
mecanismos que han fallado en la cohesión social. A ello añadió el hecho de que
ni las políticas de liberalización de mercados, ni las de organización
industrial y fomento de la competencia, ni la concentración de la población en
ciudades sin el control de las mismas, ni las políticas de seguridad ciudadana
que se aplican son elementos que favorezcan la cohesión social.
En su opinión, incluso las políticas focalizadas que se aplican en determinadas situaciones pueden producir que los servicios públicos no se universalicen, debido a que el abuso de las mismas “puede generar la degradación de lo público”. También mencionó algo que se está produciendo en la actualidad con más frecuencia que nunca: la ruptura de la cohesión social a marchas forzadas que está produciendo la individualización de las relaciones laborales y la desestructuración del mercado laboral. Para evitarlo, en su opinión, “hay que sustituir el dinero por las personas en el centro de las políticas económicas”.
La intervención de Irene versó sobre la
Ley de Dependencia y los problemas que está causando su aplicación. Denunció
que todavía hay un recurso incluido en dicha ley al que no se ha destinado nada, “la
prevención de la dependencia”, quizá el aspecto más relevante de toda la ley.
Según su parecer, en la aplicación de
la normativa “no se está haciendo uso de los servicios públicos y se parchea
una situación con una asignación económica mísera”, además de estar fomentando
el fraude laboral y fiscal. “Es un mercado negro de trabajo precario”, afirmó,
“y la peor parte se la llevan los inmigrantes”.
Los asistentes ya superaban entonces el centenar de personas, cuando Irene, antes de dar paso al debate final concluyó “estamos parcheando unas políticas públicas sociales con otras, como la pescadilla que se muerde la cola”. Ante la propuesta sugerida de la creación de un cuerpo de inspectores que investigue los abusos que se dan con los mayores, la trabajadora social defendió que “la ley va enfocada a medidas de servicio, no a la prestación económica, que es excepcional” y que “la dependencia está pensada para trabajar en unas condiciones laborales dignas, no para la picaresca”. Por eso, “la ley de dependencia no sólo tiene que mejorar la calidad de vida de los mayores, también la de sus cuidadores”.
A esas alturas de la tarde, con el sol
retirándose de las fungiformes estructuras del Metrosol Parasol, la gente iba
afluyendo desperdigada para el fin de fiesta de la jornada: el concierto que
puso la guinda a todas las actividades del día y que se inició con el
cumpleaños feliz al 15M, cantado a coro por unas setas abarrotadas en el día en
que cumplió su primer aniversario.
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