Es difícil disputar un partido de fútbol cuando ya se sabe de antemano el resultado final. Algo parecido es lo que sucedió ayer durante el debate a cinco que retransmitió TVE con representantes de PSOE, PP, CIU, PNV e IU. A todos los allí presentes se les notaba en demasía que ya daban por ganadores de las generales que se celebran dentro de diez días a los populares. Y así no hay quien pueda practicar el jogo bonito.
La única voz discordante en el tono monocorde que impregnó el debate la puso Gaspar Llamazares. El portavoz de IU en el Congreso de los diputados introdujo el tema de la corrupción política, ausente por arte de magia en el debate anterior, se postuló por la necesidad de un sistema representativo más proporcional y justo y trató en todo momento de conducir la conversación al plano de la realidad de las personas. “Yo he venido aquí a hablar de personas”, se arrancó en su primera intervención, con un aire reivindicativo que ya no abandonó en el resto de la velada. Llamazares repartió a diestro y siniestro, a su completo gusto, desde su privilegiada situación en el epicentro de la mesa. Y, además, fue el que pronunció la frase de la noche; “En vez de un Estado del bienestar, tenemos un Estado del medioestar”, dijo.
En los demás poco que destacar, casi todo previsible y ambiguo. Ramón Jáuregui (PSOE) y Alberto Ruiz Gallardón (PP) volvieron a administrarnos una fuerte dosis de más de lo mismo y siguieron fielmente el dictado de sus amos sin apartarse ni un ápice del guión preestablecido. Incluso la esporádica agresividad del primero en los escasos amagos de buscar el cuerpo a cuerpo con el adversario recordaba demasiado a la impostura de Rubalcaba en el debate precedente.
El Alcalde de Madrid, por su parte, se encargó de dejar bien claro desde el principio que su objetivo prioritario era el representante del PSOE, desplazando a los demás a un relativo segundo plano. Ello no le impidió lanzar constantes guiños de complicidad a los nacionalistas, por lo que pueda pasar, especialmente a CIU. Incluso utilizó la misma táctica que Mariano Rajoy a la hora de enumerar las escasas propuestas que puso sobre la palestra: las leyó directamente de un papel.
De los representantes nacionalistas, Pere Macias (CIU) y Josu Erkoreka (PNV), poca novedad se puede decir. Desde un principio se dedicaron a lo suyo, delimitando su mensaje a sus respectivas circunscripciones territoriales y, en el caso de CIU, sin preocuparse en absoluto de disimular ese ya tradicional estilo de mercadeo a la hora de plantear sus propuestas como exigencias de cara a futuros apoyos al representante del PP. En especial en lo referente a tres cuestiones; el pacto fiscal, el corredor ferroviario mediterráneo y preservar la protección de la lengua catalana.
Salvo el discurso de Izquierda Unida, el resto giró en la necesidad de continuar con la política de recortes y de abordar profundas reformas estructurales. Lo que Llamazares denominó “la sinfonía del ajuste”, cuando proclamó que “la política del ajuste es la que nos lleva a la recesión”. Se vislumbró una leve disposición a futuros pactos en todos los representantes políticos respecto a temas tan determinantes como Sanidad y Educación. “Tendrán nuestra mano otra vez si es necesario”, llegó a decir Jáuregui a Gallardón en un claro reconocimiento de su próxima derrota, mientras el de IU clamaba ante oídos sordos por la falta de compromiso de las rentas más altas con el país.
Sobre el tema de la corrupción se pasó de puntilla, especialmente quienes más tienen que callar, los dos partidos mayoritarios. Y por primera vez en un debate de la campaña apareció el tema del terrorismo y el reciente comunicado de ETA anunciando el abandono definitivo de la violencia. Las referencias a ello fueron en tono de esperanza de cara al futuro y de reconocimiento a las víctimas y al esfuerzo de todos los demócratas para conseguirlo. Volvió a ser Gaspar Llamazares quien puso la nota singular reclamando la misma consideración para las victimas del franquismo, que sus familiares andan todavía buscando por las cunetas del país.
La anécdota del debate la puso Rosa Díez (UPyD) quien, sin participar en él y a través de un vídeo enlatado por dictado de la Junta Electoral para las formaciones integrantes del Grupo Mixto del Congreso, consiguió que Pere Macias aludiera en varias ocasiones a su calificación de las autonomías como “chiringuitos”. La cosa no deja de tener su mérito.
1 comentario:
Me gustaría colocar una cuestión acerca del panorama politico español que cada vez lo entiendo menos, hoy dice el PSOE que Andalucía marca la diferencia con una educación publica de calidad:http://www.europapress.es/andalucia/educacion-00651/noticia-psoe-asegura-andalucia-marca-diferencia-educacion-publica-calidad-20111025183119.html
Pero los datos son presisamente los contrarios: http://andalucia.lacoctelera.net/post/2007/01/18/andalucia-ultima-el-rankind-educativo-espana-y
A ver si alguien me lo consigue explicar. Gracias de antemano.
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