El Alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, aterrizó con buen pie en Tussam. De un solo plumazo fulminó el pésimo clima laboral que lastró a la compañía durante el mandato del anterior gerente, Carlos Arizaga. Poco tiempo después, puso en marcha la leve reestructuración de líneas que amplió la oferta de transporte público de la ciudad y permitió la incorporación progresiva de la bolsa de eventuales de cuyos servicios había prescindido la corporación anterior. Ambas medidas formaban parte de sus promesas electorales. Pero lo peor estaba aún por llegar y así ha sido.
La pésima gestión económica que Tussam ha soportado durante años no ha tardado en salir a la palestra y de manera tan nefasta que, a día de hoy, tiene serias dificultades para prestar el servicio público que tiene encomendado. Cuando se avecinan las fechas más señaladas del año, Tussam tiene serios problemas para pagar las nóminas de sus trabajadores e incluso para hacer frente a los gastos más indispensables para que los autobuses puedan circular a diario por las calles de la ciudad.
El equipo de gobierno insiste en que busca denodadamente soluciones a la mala gestión de sus antecesores, algo que el propio Zoido cifró en 70 millones de euros que no debieron cargarse en las arcas de la empresa municipal. Los sindicatos con representación en la compañía han decidido celebrar un pleno del comité de empresa el próximo viernes 2 de diciembre a las puertas del Ayuntamiento para determinar las medidas a tomar ante una situación que es ya del todo insostenible.
El termómetro de una empresa de transporte público son sus trabajadores y el gasoil, cada vez más caro y cuyo impago supondría la imposibilidad para la flota de salir a la calle a prestar el servicio encomendado por falta de carburante. Por el clima que se vive en el seno de Tussam, dicha situación no está lejos, ni mucho menos, de producirse.
La solución que maneja el Ayuntamiento es la concesión de un préstamo por importe de 11 millones de euros que le permita afrontar el final del presente ejercicio sin sobresaltos. Pero los bancos se resisten y la empresa se encuentra sin liquidez. El tiempo corre cada vez más en contra de la viabilidad de dicha solución.
La primera obligación de un Alcalde ha de ser gobernar la ciudad que le entregó sus designios a través de las urnas. Por eso es preceptivo y de obligado cumplimiento informar a los ciudadanos del estado en que se ha encontrado las arcas públicas cuando ha tomado posesión del cargo. Así ha ocurrido con distintas delegaciones, empresas y entidades municipales. Así también sucedió en su día, cuando Zoido denunció el desvío de esos 70 millones de euros que lastran Tussam o cuando desveló que el presupuesto para el año en curso se había recortado sin justificación en esos dichosos 11 millones que ahora buscan a la desesperada.
Sin embargo, la acción de gobierno no concluye ahí, sin más. Si se desvían 70 millones de euros en una empresa que presta un servicio público de primera necesidad para cientos de miles de sevillanos, el siguiente paso ha de ser necesariamente recabar las pruebas de semejante tropelía y ponerlas a disposición de los tribunales de justicia.
A la vista de la situación de penuria financiera que atraviesa Tussam, se hace ahora más necesaria que nunca aquella auditoria que Zoido prometió en campaña hasta la saciedad para conocer con precisión el alcance de sus efectos nocivos en el estado de las cuentas y depurar responsabilidades si las hubiera. No hacerlo sería como quedarse a mitad de camino. Gobernar a la mitad.
Porque si algo prometió Zoido de manera insistente durante la travesía que le llevó a alcanzar el mando de la ciudad fue que pondría a los responsables de las irregularidades que se encontrase ante los tribunales de justicia. Lo hizo incluso en las páginas de este blog. Y dicha promesa, para poder ser cumplida, requiere de antemano la intención inequívoca de buscarlos, caiga quien caiga. Mientras no se lleve a cabo, el círculo de gobierno de Zoido en Tussam no se habrá cerrado y la empresa tendrá negada una situación de normalidad que se ha ganado a pulso.
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