El rey en pelotas

Algunos gobernantes se proveían de bufones extravagantes que se partían a diario la mollera con el único objetivo de sacar una sonrisa a los preocupados labios del rey. Muchos de ellos llegaron a pagar su torpeza con la vida. Otros, simplemente cesaban en su cómico cargo por cansacio reiterado del monarca, harto ya de transitar las reales dependencias en pelotas y de que sus bufones le alabaran lo impecable del atuendo.

El tipo, en vez de estar con los cinco sentidos entregado a la búsqueda de soluciones a la difícil situación de la empresa, tiene a tres direcciones pendientes casi en exclusiva de cuándo se actualiza este blog y qué tipo de contenidos he subido a la red.

-Oye, que ha actualizado a las diez y media, y a esa hora está trabajando.-

De nada sirve que le juren por los clavos de Cristo que no tengo acceso a Internet ni correo electrónico con el exterior, tal y como él mismo ha ordenado.

En definitiva, no seré yo quien advierta al rey que hace años que se pasea en pelotas por sus dependecias y que eso no dice mucho de su real persona. Tampoco creo que la numerosa corte de bufones pelotas que suele reirle las gracias se atreva a hacerlo alguna vez, que una cosa es ser bufón y otra muy distinta ser valiente.

No sé qué estaré haciendo mañana (por hoy) a eso de las nueve treinta, pero igual estaré contribuyendo a mantener al rey en la terrible incógnita, que a estos es mejor tenerlos entretenidos que haciendo de las suyas por los pasillos alfombrados.

De lo que sí estoy seguro es que a esa hora se actualizará este blog.

Cosas de la magia de Internet, para quebradero de cabeza y desesperación del ínclito y desnudo Arizaga.