Hoy los medios se hacen eco de la publicación del XII Barómetro Socioeconómico elaborado por la Fundación Antares y el Centro Andaluz de Prospectiva.
Como todo estudio socioeconómico que se precie, éste ofrece varias lecturas según el enfoque y la intencionalidad de cada cual a la hora de resaltar unos aspectos y velar otros menos acordes con los intereses de cada uno.
Este hecho, que ya es la tónica general a la hora de interpretar y valorar los resultados que ofrecen los sondeos de opinión, ha tenido hoy su fiel reflejo en los titulares de los medios en función de los postulados que defiende cada cabecera.
Así, mientras que para unos los grandes proyectos de la era Monteseirín ganan en valoración de los ciudadanos con el paso tiempo, para otros, sin embargo, el estudio ratifica la tendencia que los sevillanos dejaron clara en las urnas el pasado 22 de mayo. Cosas de la sociología, supongo.
En ese contexto, en el de los datos extrapolados del barómetro y la libre interpretación de los mismos por cada cual, me atrevo a aventurar una conclusión tajante: Tussam tiene un importante futuro por delante y un camino abierto a la esperanza.
Los datos en los que baso esta hipótesis están extraídos del propio estudio y de la observación e interpretación diaria de la realidad informativa y de la evolución de la propia ciudad.
Un primer dato es el porcentaje elevado de ciudadanos que utilizan el transporte público para desplazarse por la ciudad que apuestan por el autobús, un 90,2%, según el barómetro, de ese 60% de sevillanos que apuesta por el transporte colectivo. A ellos hay que sumarles el 27,1% que se inclina por el Metrocentro, también gestionado por Tussam, frente al 29,8% del Metro, si bien es cierto que aún no está la red completa, y el 15,3% del Servicio de Bicicletas.
El hecho de que los ciudadanos valoren menos el autobús que el metro, un 6,2 de nota frente a un 7,5 del suburbano, no debería extrañar dada la etapa de fantasmagoría en la que se ha desarrollado la actividad de la empresa durante los últimos años, sobre todo en materia de gestión.
Una prueba palpable es la contradicción manifiesta entre la idea de que Tussam estaba condenada a la extinción, dada su permanente pérdida de viajeros, difundida a diestro y siniestro por sus anteriores responsables con Carlos Arizaga a la cabeza, y las preferencias manifestadas por tan alto porcentaje de sevillanos por este modo de transporte. Otra es que el servicio tiene un amplio margen de mejora, como demuestra la nota recibida, a pesar de que las encuestas de satisfacción de usuarios realizadas por la empresa pretendan mostrar una realidad muy diferente que rozaba la perfección. Otro clásico en la gestión Arizaga.
El barómetro pone de manifiesto que 3 de cada 4 sevillanos prolongarían el tranvía hasta Santa Justa. El asunto del Metrocentro es con toda seguridad el más polémico en lo referente a transporte en la ciudad. Juan Ignacio Zoido ya ha manifestado en público que no va a continuar con su prolongación.
Las obras necesarias y la dotación de unidades nuevas hacen que el coste económico de este proyecto sea bastante elevado y más en momentos de crisis como los que padecemos. Cerrar el anillo completo, incluido el recorrido previsto por el casco histórico de la ciudad, supondría una inversión bastante considerable para el consistorio.
El nuevo sistema sin catenarias haría realidad esa cuadratura del círculo que en principio parecía imposible. Sin embargo, habría que tener en consideración el posible impacto que una red completa de metro, sobre todo si se modifica su trazado por el casco antiguo como pretende el alcalde, tendría sobre un proyecto con una inversión tan cuantiosa.
Los técnicos de la casa mantienen que el proyecto es viable y rentable. La prolongación hasta Santa Justa dicen que supondría rozar los 50.000 viajeros diarios y el circular por plataforma central permitiría al tranvía rodar a una velocidad de 50 kilómetros por hora, acallando una de las críticas que más se le achacan: la lentitud.
La decisión se antoja al menos compleja, porque con más de cien millones ya invertidos se corre el peligro de que la obra que ha tenido patas arriba las arterias mas importantes de acceso al centro de la ciudad durante varios años se quede en algo testimonial, como el florero que estorba en cualquier sitio que lo pongamos. Otro estadio olímpico para la ciudad.
A todo lo anterior hay que añadir algo que cada día los que viven en esta ciudad tienen más asumido: la red completa de metro puede tardar quince años o más en estar disponible. Algo que incluso el propio alcalde ha reconocido y asimilado cuando, al hacer su reivindicación ante la Junta de un metro totalmente subterráneo, ha asegurado que no le importa que se tarde un poco más.
Con esas perspectivas, y si la gestión de la empresa se adecua a una progresiva adaptación de la misma a la realidad cambiante de la ciudad y a la progresiva implantación de los nuevos modos de transporte, se puede afirmar que a Sevilla le queda Tussam para rato, por más que a algunos les pese.
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