El alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, amenaza con que está escribiendo sus memorias, un recorrido lineal entre los reinados terrenales de dos Cardenales de Sevilla, la distancia inasible entre el mandato de Bueno Monreal y el de Amigo Vallejo, que es el equivalente en pastorales a sus tres mandatos consecutivos al frente de la alcaldía de la ciudad. Toda una proeza de la que no muchos pueden alardear; haber sobrevivido a semejante empresa.
Tal vez por eso, crecido como está, en una entrevista concedida a Radio Sevilla de la Cadena Ser, ahora que la dirección de la ciudad al parecer le deja suficiente tiempo para concederlas, amén del relato ímprobo de sus aventuras como regidor, ha desvelado para mayor asombro de la ciudadanía que el dinero empleado en las setas de La Encarnación "no le está costando a la ciudad".
Y, ante el misterio que alberga tan ambigua como enrevesada afirmación, ha decidido tirarse al ruedo y explicar a sus conciudadanos el sentido jeroglífico de sus palabras. Y resulta que no, que el sobre coste de la obra de los ciclópeos champiñones de madera de pino finlandés en pleno centro del casco histórico de la ciudad no sale de las arcas públicas ni es la causa del desfase de 138 millones en las cuentas del Ayuntamiento que, según el Partido Popular, desvela un informe del interventor municipal. La cosa es bastante más sencilla.
Según las propias palabras de Monteseirín el dinero de las setas “no es un dinero que salga de las arcas municipales, sino que sale fundamentalmente de la propia explotación del complejo por parte de la empresa concesionaria, pero también de una serie de recursos económicos que da el propio desarrollo urbanístico de la ciudad”. Y se queda tan pancho.
O sea, si no he entendido mal, el privatizar una plaza tan emblemática en Sevilla como La Encarnación, para el lucro de una empresa privada que pretende cobrar a los sevillanos por su disfrute, cuando antes era un bien público al que tenían libre acceso todos y cada uno de los ciudadanos a su antojo, no es pagar con dinero de todos.
El destinar los recursos que genera “el desarrollo urbanístico de la ciudad” al megalómano proyecto no es, no significa en ningún caso, que dichos recursos se podrían haber empleado en otros proyectos más vitales y urgentes de los que tan necesitada está la ciudad y tampoco significa que lo paguemos los sevillanos a escote, claro, porque los recursos que genera esta ciudad son de cualquiera menos de quienes vivimos en ella, pagamos religiosamente los impuestos y sufrimos a diario a sus alcaldes.
Con semejante concepción de lo que es o no sacar dinero de las arcas de todos, no me sorprende que las cuentas no las cuadre ni un matemático Premio Nobel. Porque, según este hombre, las arcas públicas sevillanas son del todo invulnerables a los desmanes. Así nos va.
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