En estas fiestas está demostrado que la gente suele leer bastante menos en la red (y en la vida real). Lo normal es que nos dediquemos a leernos a nosotros mismos, en un viaje hacia dentro del que cada vez cuesta más regresar.
¿Desapego, empacho, arrepentimiento, desidia, resaca permanente, estrés pre-depresión...?
Sin embargo, esta mañana, las calles estaban llenas de historias que caminaban las aceras sin apenas oídos que las escuchen. Y las he visto deambular como almas en pena, esperando impacientes esa voz que les diga párate y cuenta.
Es el día de Navidad, tras una cena copiosa y una sobremesa de abusos, y a pesar de ello continuamos vivos, que no es poco.
¡Felices fiestas para todos!
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