No se que me produce más pavor, si el hecho de que la Vicepresidenta segunda del Gobierno y Ministra de Economía, Elena Salgado, permita el endeudamiento de aquellas corporaciones cuyo volumen total de deuda viva no supere el 75% de sus ingresos corrientes, entre las que presumiblemente se encontraría Sevilla, o que el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, haya manifestado durante una entrevista concedida el martes a Giralda TV que su tarea primordial durante el tiempo que le queda al frente del Ayuntamiento va a consistir en “rematar 12 años de trabajo” y “dar todos los pasos necesarios para que se cumplan los plazos, buscar financiación allá donde sea necesario (hasta miedo me da), visitar las obras a ver cómo van e inaugurarlas”. El paréntesis es mío, por supuesto.
De momento parece que se lo está pensando. Pero me temo que, si le da por tirarse al charco, el fango nos va a llegar hasta algo más alto de los orificios nasales.
Yo ya estoy temblando y, supongo, que Juan Espadas, candidato socialista a la alcaldía, más todavía. Porque si con el Ayuntamiento arruinado no hay quien lo saque del primer plano, como le presten más dinero vamos a vernos obligados a dormir con él adosado a la almohada de la cama. Y eso mosquea tela.
Es lo mismo que la payasada esperpéntica del Partido Popular, que promete una “campaña austera”, porque “no podríamos mirar a los ojos a los que no llegan a fin de mes o a los que lo están pasando mal”, sensibles ellos, y por otro lado se permite el lujo de pedir la menudencia de 1.500 millones de euros más para el metro, como quien no quiere la cosa y como si las arcas públicas estuvieran a rebosar. Mientras tanto, Tussam agonizando lentamente, aún a pesar de contar con una de las flotas de autobuses más modernas de España y con una de las plantillas más cualificadas.
Así las cosas, lo único que van a conseguir entre uno y otro es “rematar” para siempre a Sevilla sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario