Fotografía: Fotis Filippou
Jakub es un chaval romaní que tiene 16 años y vive con su familia en un asentamiento situado a veinte kilómetros al noroeste de Bratislava, capital de Eslovaquia.
Jakub comenzó en la escuela en un aula del sistema de educación general, donde recibió una beca por ser un excelente estudiante. Cuando llegó a quinto curso, fue enviado a realizar una evaluación de sus capacidades, tras una discusión con su profesor. Sus padres no fueron informados sobre la evaluación y el niño fue trasladado de inmediato a una clase especial para niños y niñas con “discapacidad mental leve”.
Uno de sus antiguos profesores manifestó a Amnistía Internacional: “Algunos de los niños, tal y como yo lo veo, son erróneamente asignados. Por ejemplo, [Jakub] había sido clasificado como discapacitado mental [leve]… basándose en la hiperactividad… El chico tenía que haber estado en una clase general. Era un genio.”
Ahora que ha acabado la escuela primaria, Jakub se siente obviamente frustrado por la injusticia que sufrió. “Lo que me hicieron fue cruel… Hicieron de mí un idiota”.
Otro caso similar es el de Ľuboš, un niño de siete años que vive con su madre, Angelika, en Prešov, la tercera mayor ciudad de Eslovaquia.
Su madre lo inscribió en una de las mejores escuelas del centro de la ciudad. Su padre, eslovaco no romaní, fue quien lo matriculó. Pero según la madre, las cosas cambiaron cuando ella empezó a aparecer por el colegio.
La profesora comenzó a tener problemas con Ľuboš y le dijo a Angelika que no era adecuado que su hijo permaneciera en la escuela: “Dijo que mi hijo no pertenecía a esa clase por ser romaní, así que debería llevarlo a la escuela romaní”.
Angelika sacó a Ľuboš del colegio y el niño perdió un curso a consecuencia de ello.
En Eslovaquia, los niños y niñas romaníes reciben una educación de inferior calidad al ser destinados a escuelas o aulas para estudiantes con “discapacidad mental leve” u otras similares segregadas por motivos étnicos.
Amnistía Internacional, en el marco de su campaña “Exige dignidad”, informó al gobierno de la nación (en inglés) sobre las graves lagunas existentes en la aplicación y supervisión de la prohibición de la discriminación y la segregación en su sistema educativo, que les priva de la igualdad de oportunidades, condenándolos a una vida de pobreza y marginación. Además significa que sus oportunidades de futuro se ven limitadas de forma externa en la Europa de las libertades.
A pesar de que la población romaní supone menos de un 10% del total de Eslovaquia, sin embargo representa el 85% del alumnado de las escuelas especiales del sistema de educación general del país. En regiones con una elevada tasa de dicha población, tres de cada cuatro estudiantes en dichas escuelas pertenecen a esa etnia.
Las causas de esta realidad se atribuyen a la existencia de arraigadas actitudes anti-romaníes, manifestado por padres y profesores no pertenecientes a esta etnia, y a los fracasos del sistema educativo, con evaluaciones prematuras e inadecuadas y apoyo insuficiente a estos menores. Todo ello provoca que, a veces, estos menores son encerrados literalmente en aulas, pasillo o edificios separados para evitar que se mezclen con el resto del alumnado.
El nuevo gobierno de coalición de la nación ha adquirido en su programa de agosto de este año el compromiso de eliminar la segregación. Ahora tiene en sus manos la responsabilidad de permitir la plena participación de la población romaní en Eslovaquia en la sociedad eslovaca y en la Europa moderna.
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