Ulugbek Abdusalamov es un preso de conciencia uzbeko recluido en Kirguistán que en 2009 sufrió una hemorragia cerebral y padece hipertensión sanguínea, dolencias en el estómago y una afección coronaria, por lo que necesita constantes cuidados médicos que no le están siendo concedidos en su régimen de prisión. Tampoco permiten su hospitalización para que reciba una atención médica adecuada.
El 29 de junio, tras seis peticiones de su representante legal, Ulugbek Abdusalamov fue trasladado a un hospital regional, pero el 9 de julio fue devuelto a un centro de detención policial en la localidad de Jalal Abad. Su salud continuó deteriorándose y, a instancias de su abogado, fue nuevamente hospitalizado el 24 de julio y recibió tratamiento bajo vigilancia policial, tras lo que fue de nuevo trasladado al centro de detención policial, un lugar cuyas condiciones son muy deficientes.
A pesar de que su representante legal ha solicitado en repetidas ocasiones que, habida cuenta de su mala salud, se le aplique el régimen de detención domiciliaria, las condiciones de detención impuestas continúan sin modificarse. La orden de detención permanecerá en vigor hasta el 14 de agosto.
Ulugbek Abdusalamov es un destacado miembro de la comunidad uzbeka en la región de Jalal Abad, en el sur de Kirguistán, y redactor jefe del periódico regional uzbeko Didor ("Reunión", en ruso). El 14 de junio, lo detuvieron acusado de “incitar al odio étnico”, en virtud del artículo 299 del Código Penal de Kirguistán, y dos días más tarde fue trasladado a un centro de detención policial en Jalal Abad.
La fiscalía de Jalal Abad ha comunicado que los cargos presentados contra Ulugbek Abdusalamov derivan de una investigación sobre un incidente violento que tuvo lugar en la Universidad de A. Batirov el 19 de mayo. Sin embargo, ese día Ulugbek Abdusalamov no se encontraba en Jalal Abad, sino trabajando en la capital, Bishkek. Asimismo, las autoridades han afirmado que el cargo presentado en su contra se justifica por dos artículos que Ulugbek Abdusalamov publicó en su periódico. Amnistía Internacional ha accedido a ambos y estima que ninguno de ellos constituye una incitación al odio étnico.
Amnistía Internacional considera preocupante que, tras la ola de violencia que se desató el 10 de junio en el sur del país, los servicios de seguridad kirguises que están investigando los hechos se han centrado de forma desproporcionada en las personas pertenecientes a la comunidad uzbeka. Según informes dignos de crédito, tanto en el pasado como en el presente se ha hostigado, detenido y sometido a malos tratos con el fin de extraer confesiones por la fuerza a defensores de los derechos humanos, periodistas y miembros de la sociedad civil.
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