Iñigo Sáez de Ugarte
“A los guerreros de McChrystal, les puede encantar el olor de napalm por las mañanas, pero al final su jefe es consciente de una vieja verdad de la guerra contra un movimiento insurgente. Cada civil eliminado equivale a diez nuevos reclutas para la causa del enemigo.
El general no es un iletrado en este tipo de guerra. Sabe que sin un aliado local potente (el Gobierno de Karzai) sus posibilidades de éxito se reducen a cero. De ahí que sea de los pocos responsables políticos y militares norteamericanos que conservan sus esperanzas en Karzai. Hace todo lo posible para tener implicado al presidente afgano en la misión militar. Lo que, teniendo en cuenta cuál es la situación real del país, indica que o está desesperado o ha apostado todo su dinero a un caballo cojo. Es lo mismo que se puede decir de toda la estrategia norteamericana en Afganistán.
Esta segunda parte del artículo demuestra que la posible destitución de McChrystal sería casi irrelevante. Pueden poner a otro general más respetuoso con sus superiores y que no sea tan torpe como para dejar al presidente de EEUU a la altura del barro, pero por lo demás eso no tendría mucha influencia en el campo de batalla.
McChrystal ya ha pedido disculpas. Obama dice que se lo está pensando. Está ante una tesitura en la que no puede ganar. Si lo mantiene en el puesto, muchos de sus partidarios creerán que no tiene lo que hay que tener para hacer frente a los uniformados. Se extenderá la idea de que está en manos de los mismos jefes militares que pusieron en práctica las penosas campañas militares de Bush. Si lo destituye, se arriesga a que las tropas lleguen a la conclusión de que no merece dar la cara por unos jefes que más tarde o más te dejarán tirado por cuatro frases irrespetuosas.
En una guerra sin opciones de victoria, el caso de McChrystal simboliza muy bien el callejón sin salida de los responsables políticos y militares. Todas las alternativas son malas. Por ser más explícito, la mierda ya ha cubierto a todos hasta arriba.”
Más en “Otro general Custer”.
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