Si, con la que está cayendo, te dicen que alguien va a subir el año próximo los impuestos del tramo autonómico del IRPF a las rentas superiores a 80.000 euros anuales y que, además, va a crear nuevos impuestos para los depósitos de las entidades de crédito que operan en tu tierra, es posible que la desilusión que te embarga cada mañana cuando has de enfrentarte a un nuevo día de más de lo mismo se te aminore. Incluso si eres uno de esos optimistas empedernidos que siempre se empeñan en ver la botella medio llena, puede que tu moral se ponga por las nubes y pienses que, por fin, alguien ha recobrado su sano juicio.
Pues tal anuncio lo ha hecho esta tarde el Presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, que también ha propuesto la implantación del céntimo sanitario, que funciona ya en comunidades como Madrid, Asturias, Cataluña, Galicia, Valencia o Castilla la Mancha, y la puesta en marcha de un impuesto sobre las bolsas de plástico de un solo uso, de 10 céntimos por bolsa, para incentivar el uso de otros productos más compatibles con el reciclaje.
No es que sea una revolución, más bien parece un gesto simbólico, que se agradece dados los vientos que corren, y que habrá que ver el impacto recaudatorio que conlleva. Ahora sólo falta que Zapatero continúe la misma línea y concluya de una vez, si es que puede, la tan anunciada reforma del capitalismo, que al final se va a quedar en tan sólo un retoque de maquillaje. Si es que dispone de tiempo para ello.
Y, ya que estamos, no vendría nada mal cierta uniformidad en los discursos, al menos para no acabar volviendo locos a los ciudadanos, que ya tienen bastante con aguantar cada día el ciclón de titulares negativos que amenazan con arruinarles la vida.
Digo esto porque, mientras Griñan anuncia que el recorte salarial no se va a aplicar en las empresas públicas como no sea a través de convenio, es decir, de forma consensuada y sin vulnerar la ley, como debe ser, el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, anda buscando triquiñuelas legales para intentar hacer justo lo contrario.
Desde luego no será la primera vez que alguien se salte convenios colectivos con peso de ley escudándose cobardemente en la institución, pero dadas las circunstancias que se están viviendo en Tussam, al parecer una de las agraciadas con esta medida, es como intentar aprovechar el hecho de que el Pisuerga pasa por Valladolid.
Claro que de un alcalde que va por libre y pretende hacer la revolución por su cuenta se puede esperar cualquier cosa.
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